martes, 6 de mayo de 2025

Unido a Rubio B. y La Pasión desde el inicio, Enrique Sauro mezcló emoción con satisfacción profesional, gracias a los juveniles consagrados el 1° de mayo


Celebran Rubio B. y La Pasión, con la invicta Roshita en el centro / Prensa Palermo 

 



El manager del stud y el haras de Ricardo y Nicolás Benedicto, celebró con Roshita y Amor de Contramano, los más destacados hijos del padrillo debutante Gouverneur Morris, y con algunos trabajadores de la cabaña, que asistieron especialmente a las carreras de la reunión en el hipódromo de Palermo

 

 

El 1° de mayo hubo varios momentos destacados en el hipódromo de Palermo, como suele suceder en las jornadas de múltiples clásicos de Grupo 1, y el haras La Pasión protagonizó dos de ellos, con las victorias de Roshita en el Jorge de Atucha (1500 metros), y de Amor de Contramano (1500 metros), een el Gran Premio Montevideo (1500 metros), las dos carreras emblemáticas en la selección de los mejores productos.

Dos conquistas que apuntalan la gran aparición de Gouverneur Morris (Constitution), padre de la potranca y el potrillo, y cuya primera generación debuta esta temporada en las pistas. Roshita se mantiene invicta con su triunfo por 6 cuerpos y Amor de Contramano se impuso por 10, con lo que ganó dos de tres. La yegua corre con los colores de Rubio B. mientras que el potrillo pertenece al stud Las Canarias y fue criado por un acuerdo con Ojos Claros, la cabaña de Córdoba cuya chaquetilla lució aquí el prócer Candy Ride (Ride The Rails).

Lo cuenta, entre otros puntos, Enrique Sauro, manager general de La Pasión: “Estamos muy contentos con lo que está expresando Gouverneur Morris. No sólo da caballos lindos, también en la pista demuestran lo que fue él, son productos dóciles, muy mansos y me parece que van a correr de la milla para arriba porque con las líneas maternas que tenemos por Not For Sale, Easing Along, Equal Stripes… tenemos varias yeguas que lo van a apoyar”.

Amor de Contramano ya insinuó las características que describió el veterinario: “Lo criamos en convenio junto a Ojos Claros, siempre hacemos acuerdos con ellos, y les estamos agradecidos, lo mismo que al personal de los studs, Las Canarias, Rubio B., y en el haras. Esta vez vinieron al hipódromo algunos trabajadores del haras; uno de ellos se jubila y vino a ver las carreras, demostrando un sentido de pertenencia muy importante, porque ellos son la mano de obra que siempre es muy importante. A mí me parece extraordinario que alguien que se está retirando venga a ver la carrera”.

Se quiebra la voz de Sauro con la mención de Humberto, que vino desde Solís, provincia de Buenos Aires, y también cuando recuerda a los que apoyan de más cerca, su familia, su mujer y sus hijos, y a su padre Enrique “que está en el cielo”, jockey y cuidador, hermano del inolvidable Cayetano. La imagen seria, severa a veces, del veterinario que acompañó a Ricardo y Nicolás Benedicto a cumplir un sueño, y que se bancó críticas en los comienzos, se desdibuja por unos segundos. Hasta que sigue con el vínculo con Ojos Claros: “Les damos las yeguas con los servicios, ellos crían y cuando paren hacemos la división. Nos tocó en el reparto Amor de Contramano y luego Las Canarias lo compró en una de nuestras ventas. Después lo ofreció en sociedad, así que el potrillo tuvo idas y vueltas. Dejó una imagen increíble en el Montevideo”. El ícono de la sinergia entre Ojos Claros y La Pasión es Strategos (Zensational).

Uno aprovecha el momento y pregunta por Florencia Giménez, la jocketa que sufrió graves lesiones en una rodada y por la que Sauro organizó una exitosa subasta de servicios, en 2023. “Está haciendo equinoterapia”, cuenta, “estamos contentos porque día a día progresa; a mí me motivó el hecho de conocer a su familia y lo que sufría, pero después todo el turf se alineó; la industria no paró de donar servicios que se vendierojn y se cobraron todos; fue una muy linda cruzada”.

Para Enrique, también fue un logro en lo personal, confiesa: “Quizá por el recuerdo de mi tío Cayetano y su accidente”. En 1969, Cayetano Sauro, uno de los grandes jockeys de la historia, rodó en San Isidro y, a los 46 años, no pudo volver a montar.










































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