lunes, 8 de noviembre de 2021

Blue Stripe en el Distaff: el desarrollo desaconsejado, las lesiones y un jockey que se puso por delante de las circunstancias


Nicolás Martín Ferro, entrenador de la defensora de Pozo de Luna, indicó que la yegua sufrió rajaduras en los cascos de las manos, con hemorragia, y reveló que Frankie Dettori la dejó ir para adelante a voluntad; no obstante, aseguró que fue "una experiencia inolvidable"



Un final espectacular, con Marche Lorraine (10) adelante (John Voorhees_eclipsesportswire)




 El relator de la Breeders’ Cup Distaff (G 1-1800 m) preguntó ¿quién es Marche Lorraine?, con esa mezcla de sorna e incredulidad que se apodera de ciertos cronistas estadounidenses cuando se refieren a caballos de extranjeros que compiten en sus carreras importantes. Sobre todo si les ganan. Después de las risas, llegó la respuesta seria de un comentarista: “Todo lo que sé es que fue un desarrollo suicida”. La yegua japonesa, hija del notable Orfevre (Mejiro McQueen) y Vite Marcher (Franch Deputy) nunca había salido de su país, donde se inpuso en la Gold Cup, en su última salida.

Private Mission (Into Mischief), la favorita Letruska (Super Saver), As Time Goes By (American Pharoah), Sharesthedevil (Daredevil) y Horologist (Gemologist) se alinearon para venir en la punta en 44s97/100 los 800m y dieron testimonio de aquella sentencia. Hacia el final de ese tramo, antes del codo que desemboca en la recta final, se sumó al grupo Blue Stripe (Equal Stripes).  

Nicolás Martín Ferro, entrenador de la yegua argentina, opinó en ese sentido: “Creo que Blue Stripe hizo una carrera aceptable, fue protagonista. Vino un poquito más adelante de lo que pensábamos, porque sabíamos que iba a ser un desarrollo violento y esperábamos correr un poco más atrás, pero ella quería ir para adelante y Frankie [Dettori] la dejó. La verdad es que en los 800 me ilusioné por un momento porque se puso ahí, a dos cuerpos, pero luego sintió la inactivad, se cansó un poco y Dettori me dijo que no quiso cambiar de mano”.

Hacia el final de esa curva, cuando Blue Stripe retrocedía al penúltimo puesto del lote, el jockey ítalo-británico miró las patas de la yegua y movió ampulosamente las riendas, desarticulándola, quizá buscando que reaccionara, y luego cruzó el disco 7ª, mientras Marche Lorraine ganaba por el hocico ante Dunbar Road (Quality Road), en un final que requirió de revisar el photo-finish. “Dentro de todo quedamos conformes con la carrera de Blue Stripe. Sabíamos que teníamos mucho en contra, los seis meses sin correr, la aclimatación, la calidad de las rivales, el hecho de reprisar acá”, dijo Martín Ferro.

De esas cinco yeguas que le pusieron fuego al trámite, cuatro se escalonaron en los últimos puesto del chart y una, Shedaresthedevil, quedó sexta, delante de la Blue Stripe. La ganadora y sus tres escoltas inmediatos, cruzaron apretados en menos de un cuerpo y medio de la japonesa... de atropellada.

Nico Martín Ferro reveló que la defensora de Pozo de Luna había sufrido una lesión: “Se le habían rajado los dos cascos, una cosa increíble; tenía los dos talones internos con sangre, así que por eso creemos que la carrera de Blue Stripe fue muy valorable, muy valiente. Quizá a otro caballo le hubiera agarrado el galopito y hubiera entrado último, pero ella puso mucho corazón y siempre fue para adelante. Así que creemos que el balance es bueno y desde ya que fue una experiencia inolvidable”.

Es cierto que nadie asegurar que con otra conducción el resultado habría sido mejor, pero hay circunstancias (el viaje, el esfuerzo no sólo económico) que se previeron y que exigían una más profesionalismo, una dirección perfecta desde las riendas, al margen de quién sea el caballo.

En un reportaje corto, previo, que le hizo el canal TVG, le preguntaron a Dettori por la “misteriosa yegua argentina, hermana de Blue Prize”. La periodista y el jinete se rieron y él respondió que sabía que era ganadora de Grupo 1 en la Argentina y que conocía a sus propietarios, con un histrionismo del que suele hacer gala y que no defrauda a quienes lo conocen. Es su personalidad y los dueños y entrenadores que confían sus caballos en él lo saben y se toma como un aporte.

Tal vez para estos casos se requiera de un jockey local antes que el astro, que, justo es decirlo, nos puso contentos con su designación, pero que con el resultado a la vista –que es como se analizan las carreras- se observa que su importancia quedó por delante de la del caballo.

















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