jueves, 2 de septiembre de 2021

La Polla de Potrillos: a 25 años de la más contundente victoria de Refinado Tom en su Triple Corona

De noche, con lluvia y pista pesada, el caballo de La Biznaga daba el primer paso para dejar atrás 18 años sin que hubiera un héroe de la serie que completan el Jockey Club y el Nacional



En su piquete, en la inmensidad de La Biznaga


Hace un cuarto de siglo y en el siglo pasado, el turf tenía los mismos problemas que ahora. Regía la convertibilidad de la administración peronista de Carlos Menem, que hacía que los premios de las carreras se pensaran en dólares automáticamente y también los gastos, las pensiones e insumos que requiere mantener un caballo de carrera. El 1 a 1 empezaba a crujir después de su efecto benefactor para interrumpir la inflación galopante, en 1991, cuando naufragó el Plan Austral, cuya moneda nació en 1986, durante el gobierno de Raúl Alfonsín y con Juan Vital Sourrouille en el ministerio de Economía. El desempleo, el déficit fiscal  y la sobrevaluación del peso no se mitigaban con los bonos externos y la política de mercado. Las tres centrales obreras de entonces –CGT, MTA y CTA- llamaban a huelgas en protesta por el ajuste de un gobierno que anunciaba que no se permitirían actos ni manifestaciones.

Pero el turf vivía en estado de gracia por Refinado Tom (Shy Tom), el caballo que iba a buscar la Triple Corona que ningún otro había conseguido desde 1978, cuando un héroe llamado Telescópico (Table Play) se la llevó en tres clásicos corridos exclusivamente en la arena de Palermo, donde luego sumaría el Carlos Pellegrini, para la cuádruple conquista. El hipódromo porteño, adjudicado a Hapsa cuatro años antes, luchaba con un panorama que no terminaba de escarpar, algo que seguramente el concesionario no esperaba y que sólo la inyección de las tragamonedas le daría el viraje hacia un negocio rentable.    

Llovía el día de la Polla de Potrillos (G 1) de 1996. Refinado Tom, descripto como un patovica por su físico más del estilo de un cuarto de milla norteamericano que de un sangre pura inglés, era un potrillo que corría poco a la mañana pero mucho a la tarde, como lo dibujó Coco Bullrich, su entrenador, como para darle la razón al desinterés de los posibles compradores para llevárselo. “¿No hay interés, cuidémoslo, es muy parecido a Shy Tom”, dijo Charlie Blaquier, el dueño del haras La Biznaga. Era la primera generación del padrillo. “Me lo mandaron y me cambiaron la vida”, vuelve Coco. “Corría como una vaca” (en la cancha), recordaba Juan Ithuralde, director de la ya desaparecida cabaña de Islas. “Llegabas al stud y lo encontrabas echado, sólo levantaba la cabeza para comer un bocado que le daba su peón, Eleuterio Quintana, y se volvía a echar”. Con Bullrich, el alazán hizo un hábito de comer chocolatines blancos.


Recorte de La Nación/8-9-1996

Un flojo debut (4°), triunfo en la siguiente y enseguida el primer Grupo 1, el Gran Premio Raúl y Raúl E. Chevalier, para finalmente llegar 3° en el Gran Criterium (G 1), detrás de Malambo Dancer (Forlitano) y Missoni (Lode). “Le habían salido granos y lo presenté igual. Fue un error”, cuenta Coco sobre el día en que fue derrotado, en su penúltima salida antes de la Polla; la última fue el Estrellas Juvenile (G 1-1600 m), donde se impuso por cinco cuerpos a Vengador Toss (Egg Toss). Jorge Valdivieso, su jockey, repitió siempre que Refinado Tom había ganado más fácil la más difícil: la primera gema de la Triple Corona.

Se corrió de noche la Polla de Potrillos de 1996, sobre pista pesada. Fue puntero En Crédito (Escoltado), veloz, seguido de El Endiablado (Southern Halo), con el que se repartieron el liderazgo, hasta que Valdivieso soltó amarras y Refinado Tom los pasó de largo. Le quedaban 300 metros de la recta para sacar ventajas y los aprovechó: nueve cuerpos fue la diferencia al cruzar el disco, otra vez sobre Vengador Toss, y tercero quedó El Endiablado.

Dos meses más tarde, en noviembre, Refinado Tom iba a terminar con la Triple Corona en su cabeza en otra jornada inolvidable, la del Nacional (G 1), que Mariano Villar Urquiza, padre del actual presidente de la Comisión de Carreras del Jockey Club, como si supiera lo que iba a ocurrir, auspició con su empresa, Bardahl. Entonces, la obra que empezó en la Polla de Potrillos de 1996 tuvo un desenlace que no se repite desde hace un cuarto de siglo. Y valdrá contarla una vez más.




EL VALOR DE TETAZE






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