Hapsa |
El entrenador, siempre de aspecto cuidado en el hipódromo, recordó a su admirado maestro, que en sus tiempos de jinete le dio conocimientos que aplica en ejemplares como Miss Eder, ganadora del Clásico Chile (G 2), y en su gusto por las carreras desde la media distancia
-Miss Eder está de vuelta, parece.
-Sí, había
tenido un bajón después de la Copa de Plata del año pasado, cosas sin
importancia, nada grave, hasta un golpe de calor. Estuvo parada un tiempo, la
quise reprisar en La Plata pero estaba un poco fuera de distancia, hasta que la
llevé a San Isidro y ganó muy bien –un handicap sobre 2000 m-; más que nada, lo
que necesitaba era tomar confianza de nuevo… ella y nosotros (vuelve a reírse).
Había corrido carreras bravas y lo sintió, necesitaba llegar bien a este
clásico.
-¿Qué trabajo tuviste que hacer?
-Estar
encima. Y en eso debo agradecerle a todo el equipo, sobre todo a mi hijo, porque es el que más labura, Lalo Bernabel y Sebastián los veterinarios, José
María, Nahuel un chico joven con muchas ganas y Jesús, los capataces; el peón
es Oswaldo, que es peruano muy dedicado. Tienen el mérito porque son los que están
constantemente con el animal. Uno trata de hacer lo mejor posible pero sin
ellos no podríamos conseguir los objetivos.
Y no es
poco ese trabajo. “Entre los dos tenemos unos 80 caballos, incluido un pequeño lote propio de Agustín, gracias a los propietarios, en este caso los del stud El Pulpo –al
que pertenece Miss Eder-, que en los momentos no tan buenos supieron apoyarme”.
Este año, el entrenador disfrutó de satisfacciones también con el regular Winter Guest
(City West), que ganó el Clásico Chacabuco (G 2), fue segundo en el Comparación
(G 2) y tercero en el Gran Premio General San Martín (G 1), lo cual le valió quedar como escolta
de Special Dubai (E Dubai) en el Campeonato Palermo de Oro. “No me quejo, el
año pasado también fue bueno a pesar de la pandemia; siempre uno quiere un poco más
y no queda otra que trabajar”.
-Si un propietario quisiera tener un fondista
con vos estaría bien.
-Me gusta mucho. Mi escuela fue la de la familia Maldotti. Tuve la suerte de trabajar con don Juan y algo también con Juan Carlos, siempre como aprendiz y jockey. También trabajé con caballos de Roberto Pellegatta, los Etchechoury, todos cracks. Me gustaba lo estricto que era don Juan, que siempre te dejaba enseñanzas, sobre todo en cuanto a la prolijidad para presentar un caballo de carrera, digna de admiración. No era muy difícil darte cuenta en un paseo previo de cuál era el caballo presentado por él. Maldotti fue un referente, por su exigencia, por su forma de ser. Con esos maestros y poniendo un poco no te puede ir mal. Tuve mucha suerte en ese sentido. En marzo de este año cumplí 45 años en el turf y estoy muy orgulloso de haberme mantenido, aún con altibajos tanto a nivel personal como profesional, y poder seguir no es poco.
Omar Labanca, excelente cuidador y mejor persona. Me honra con su amistad.
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