El potrillo de Las Monjitas se impuso por cuatro cuerpos en las Dos Mil Guineas, donde ganó otra vez un descendiente de un padrillo de primera generación, Daniel Boone
Ganó fácil la más difícil. Vespaciano (Daniel Boone) sigue invicto,
ahora en tres salidas, con su triunfo en el Gran Premio Dos Mil Guineas (G 1-
“Me contaba Adrián [Giannetti, el jockey] que lo impresionó a él mismo.
En la anterior corrían muy pocos caballos, tuvo que venir más cerca y ganó
justo, pero esta vez se hizo más violenta. Las carreras más bravas se mueven y
eso lo favorece”, revela Carlos Daniel Etchechoury, el entrenador del hijo de
Daniel Boone criado en el haras Santa María de Araras, que compró Tomás
Fernández Llanos, ejecutivo del stud Las Monjitas.
“Hay que analizar lo que viene.
Veríamos la Polla de Potrillos, pero él nunca fue a Palermo. Por ahí hacemos
todo acá, Ensayo, Jockey Club…”. Uno piensa que si Vespaciano varea todos los
días en la arena del centro de entrenamientos de San Isidro no debería tener
problemas con el cambio de superficie, pero Dany explica: “Últimamente la arena
de Palermo está mucho más brava que la cancha de acá, que está muy liviana. Yo
noto que a los caballos que van para allá les cuesta un poco, por lo menos me
pasa a mí”. Desde siempre, la 4ª pista del Campo 2 del Jockey Club fue la más
exigente, la que los cuidadores usaban para “ver” mejor a sus ejemplares. “Está
muy liviana ahora, como nunca, le han sacado mucha arena y se echan unos
tiempos que no se veían; hace poco pedimos arena y ya la trajeron”.
Un poco en broma, la charla deriva en los “31 caballos” con que
Etchechoury llenó el programa del sábado. “No son tantos, no son tantos”,
replica y tiene razón, fueron 30. Ocurre que tiene más ejemplares a su cargo. “Llegaron
caballerizas nuevas, Gran Muñeca, Firmamento… hay que aprovechar el laburo
mientras se pueda hacer bien”, puntualiza.
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