domingo, 15 de agosto de 2021

Entre el rico legado del inolvidable Ernesto Romero estaba Hole in One y su hijo Gustavo lo honra en cada carrera

En el Clásico República Federativa del Brasil (G 3), el caballo del stud Tramo 20 alcanzó su 13ª victoria, tres años después de comenzar su campaña junto al entrenador de innumerables campeones como Algenib y Todo Un Amiguito 



La valentía de Juan Cruz Villagra y de Hole in One, en el final
La valentía de Juan Cruz Villagra y de Hole in One, en el final

Cada salida a la pista de Hole in One (Heliostatic), cada carrera, es un homenaje. Pocos meses antes de morir, en 2018, Ernesto Romero preparó al caballo del stud Tramo 20, de Santiago del Estero, seguramente igual que lo había hecho con gigantes como los campeones Algenib, Todo Un Amiguito, Lord Card, Lingote de Oro… Algunos devenidos padrillos notables, además, como Sebi Halo y Storm Embrujado. Y a sus 7 años, Hole in One, enamorado de la competencia en su madurez, con ganas de ganar gracias a que el maestro dejó un legado en su hijo Gustavo Ernesto, y a sus enormes virtudes, claro, alcanzó su 13er triunfo en el Clásico República Federativa del Brasil (G 3-1600 m), en el césped de Palermo.

Una maravilla la forma en que el veterano, ajustado contra la empalizada externa por el joven de 4 años Codringer (Cosmic Trigger), que defendía el liderazgo temprano, se escurrió hacia el disco en los últimos 200, de la mano de las agallas y la tenacidad de Juan Cruz Villagra. El fallo marcó cuatro cuerpos de diferencia entre ambos, tan firme fue la atropellada del incansable Hole in One. Tercero, Luxor Joy (Fortify), cuarto fue Very Truly (Lizard Island) y quinto, Confused (Lenovo).



   “Es un caballo que no afloja, en las mañanas se lo ve contento, con fuerza. Nos ha dado muchas alegrías”, relata Gustavo Romero, apenas saca la vista del televisor que le mostró la carrera de nuevo. Tiene cara de satisfacción, de alivio quizá por haberse sacado de encima el recuerdo del Clásico 9 de Julio (G 2), hace menos de un mes, cuando su caballo quedó segundo a medio cuerpo de Master Soy (Master of Hounds), descontando muchísimo en el largo ataque final. No había podido creer que Hole in One hubiera perdido. "El puntero se agrandó adelante, porque le dimos más importancia a otros caballos y no pudimos darle alcance. Sin dudas que el que ganó es corredor, un buen caballo, pero pienso que el nuestro con un poquito más de suerte no hubiera perdido. Fue una lástima porque tiene 7 años y hay que aprovechar cada oportunidad que se presenta”.

  El Clásico Brasil fue la 30ª oportunidad en la trayectoria del caballo criado en Santa María de Araras. “Siempre fue un caballo con salud, por eso esta campaña tan larga”, explica Gustavo, que entre esto último y la admiración por su padre muestra cierta modestia, un rasgo que le viene de Ernesto: "Fue una pérdida que yo sentí también en lo profesional. Traté de absorber los conocimientos que me transmitió y los pude aprender. Observándolo aprendí muchísimo. El sabía mucho, tenía un bajo perfil, pero era muy efectivo, muy ganador, pasé toda la vida al lado de él...”, afirma sonriendo por la evocación y porque no hace falta deducir quién fue su guía. 


EL VALOR DE TETAZE




“A Hole in One lo heredé, lo tenía mi padre y después le seguí yo la campaña. Las primeras carreras las corrió con él”. Con esta frase había comenzado la conversación que derivó, inevitable, en la figura de Ernesto Romero. “Así que disfruté mucho ganar esta carrera, estoy muy contento”, continuó Gustavo Romero, que ya ostenta su propio nombre en el turf. “Tengo 65 caballos en el stud, una buena cantidad, la puedo manejar bien, y estoy con mi hermano Mariano, que me ayuda mucho, me apoyo mucho en él”. El legado, otra vez.







 

 

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