Master Soy ganó de punta a punta el Clásico 9 de Julio (G 2) por la eficacia del entrenador y la notable conducción de un jockey cada vez más asentado
Eduardo Accosano sonríe, mientras los jockeys que están en camino a la
pista de la undécima carrera de San Isidro, montados claro, pasan cerca del
sector de premiación y bromean, aprovechando la oportunidad que tienen de mirar
de arriba al entrenador, de
“Magistral” proviene de “magisterio, de “maestría”, y en este caso,
además de hacer honor al nombre del padre del ganador de la carrera central del
sábado, de la enorme usina de El Paraíso, es un adjetivo que le cabe también al
cuidador, un especialista en reformar campañas y físicos de sus caballos con trabajo
y paciencia, para celebrar en los pesajes con su infaltable cigarrilo (¿no será
un guiño a “Fumando espero?”). Monasterolo puso la alarma 1 minuto y 20
segundos después de la largada para la táctica que había acordado con el
entrenador y Master Soy dio el plus para frenar a Juan Villagra y su dirigido.
“Palito” Accosano, con el apodo que trajo de su Bragado natal al stud de Aníbal Labaqui y que el turf adoptó sin más, ya había alcanzado logros parecidos a los de Master Soy con Fiestón Gaucho, que ganó handicaps en su “segunda vida”, como lo calificó Simón Mitagstein en La Nación en 2007, y Equal Miller, héroe del Gran Premio Palermo (G 1), por mencionar un par de caballos que premiaron su eficiencia. Como ellos, el defensor de la caballeriza María Auxiliadora era ganador de dos cuando dio la nota. “Palito” lo hizo de nuevo.
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