Ricardo y Nicolás Benedicto celebraron en Palermo un triunfo con sabor a desquite por los problemas en el desarrollo que tuvo la yegua que criaron en la Polla de Potrancas y que ahora superó a la mejor 3 años hasta aquí
Pasaron más
de dos años desde el último triunfo de Grupo 1 de Rubio B., hasta que en la
recta de Palermo apareció Romance Sea, aguerrida, tenaz, para ganarle a otra
yegua colosal, Madonna Benois (Angiolo), que escribía su historia desde La
Plata donde arrasó con los clásicos y que llegaba al Gran Premio Selección (G
1-
Facundo Coria esta vez tuvo el camino más despejado tras aquella experiencia problemática de la Polla, en la que no encontró paso para atropellar con Romance Sea en el cierre. Esta vez fue ella por afuera, aún resignando metros en su favor, y en el derecho fue a buscar a la favorita, a la que había seguido temprano, para superarla ya dentro de los 100 finales y aventajándola por ¾ de cuerpo en la raya.
Ricardo
Benedicto estaba con su hijo Nicolás, puntal en el haras La Pasión, y su nieto,
en la premiación; también estaba Simona, el último retoño que tuvo con su
pareja, Sol.
“Ahora es
el tiempo de ellos. Creo que el último Grupo 1 fue con Queen Liz (Lizard Island),
en el Sprint de las Estrellas”. Y Nicolás agrega, luego de apuntar que aquello
fue en 2021: “Estos son los caballos más lindos para tener. La madre la
compramos en la última liquidación de Arroyo de Luna; fue el último grupo que
le compramos a Gastón Balbi. Romance Night es una Orpen en madre Equalize y
vino preñada de Seahenge, del que no teníamos referencias y él me decía que era
un hijo de Scat Daddy que iba a ser bueno”.
Sigue Ricardo:
“A Romance Night la cuidaba Juan Carlos Maldotti, fue ganadora clásica. Me
gustaría mencionar también a Ernesto Balbi, el padre de Gastón”. Benedicto
tiene un reconocimiento especial hacia los Balbi, que criaron al gran Not For
Sale, padrillo de éxito también en La Pasión. Romance Night tendrá en estos días
una cría por Il Mercato, justamente hijo de Not For Sale, el ganador del
Pellegrini, que es reproductor de la cabaña de los Benedicto.
“Nos
estabilizamos en 150 yeguas, con un promedio de 110 nacimientos”, cuenta
Ricardo sobre este momento de la cabaña. “Supimos tener más, pero desde hace
tres años estamos ajustando la cantidad”. El pico había sido 305, según calcula
Nicolás Benedicto, una cifra para otros tiempos de nuestra hípica, en la que
las inversiones tenían otros resultados en los campos y en las ventas.
Ahora, el
Gran Premio Nacional (G 1) es más que una tentación para anotar a Romance Sea. Dice
Nicolás, que confiesa que en general no le atrae enfrentar yeguas con los
machos: “Desde que debutó, el objetivo era el Selección, pasando por el Luis
María Campos y el Beazley, pero ganó tan bien el Campos que nos ‘obligó’ a ir a
la Polla, donde no tuvimos suerte ya desde el sorteo –salió última para elegir
partidor-; ahora veremos”.
Respecto de
su hijo (otro Rubio Benedicto) Nicolás
intuye que “le está agarrando el gustito” a los caballos, para satisfacción de
Ricardo, que ve cómo se pasa la posta de una pasión.
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