De anteojos oscuros, Endrigo, con el Turco Sahagian, su hijo Pablo y Vivo Enamorada Gza. Turf Diario |
Enzo Gennoni le dejó a su hijo Endrigo dos caminos señalados, dos pasiones fáciles de transmitir. El Tano, futbolista consagrado, puntero izquierdo en Vélez, Platense, Rosario Central, River e Independiente en los 60 y 70, hasta que emigró a México para jugar en Torreón, tenía su segundo amor en los caballos de carrera. Endrigo coqueteó con ambas y se inclinó hacia el lado del turf cuando su padre ya no estaba.
“Papá falleció en el
“Lo compró Rosario Central y anduvo bárbaro [un inolvidable equipo con
Spilinga, Mesiano, Griguol, luego Poy, el Oreja Giribet], siguió River y de ahí
a Independiente, donde sale campeón con Pancho Sá, Pato Pastoriza, el Zurdo
López, hasta que surge lo de México; yo tenía 1 año y volví a los 12. Fue jugador
y técnico de Torreón, y más tarde intermediario, lo que era una novedad en 1973.
Se había retirado a los 29, tuvo varias lesiones, desgarros. Jugó un partido en
la Selección e hizo un gol, lo que le dio 100% de eficacia (se ríe); lo contaba
cuando le hacían reportajes en la radio…”
¿Y las carreras? Acá empieza a entrar en escena Endrigo. “Mi abuelo era
burrero y mi viejo tenía 12 años cuando lavaba copas en el restaurante en el
que trabajaba su padre”. Enzo le robaba las monedas al dueño para ir a jugar. “Desde
que tengo uso de razón me acuerdo de ir a los studs, el de Ever Rivero,
Rabanito López, Maldotti, a lo de Toto Molina en la calle. Mi papá decía ‘algún
día vamos a tener un haras’. Había comprado dos hijos de Shy Tom en La Biznaga,
Vago Tom y Valentino Tom, y cuando murió me hice cargo de todo, entre otras
cosas de los caballos, porque soy el mayor de cuatro hermanos, un poco obligado
pero también porque me gustaba. Habían sido precios récords en remate –como
para no serlo, sus madres eran Vaga Toss y Vacacionante-; Vago Tom ganó tres. Ahí
me enganché y arranqué”.
Aparece Pellegatta
La sociedad con Little Jim era con Pellegatta y el doctor Dellagiovanna. Y gracias a la transacción hizo realidad el sueño de su padre. “Con la venta de Little Jim compré el campo donde estoy criando ahora, cerca de La Quebrada, en el límite entre Luján y Pilar. Tengo 22 yeguas y acciones de varios padrillos; tuve el 10% de Not for Sale, algo de Lizard Island, y ahora Portal del Alto, que murió hace unos días. Pero no busco ya. Estaba todo negociado, me quedo con lo que tengo y después veré de comprar un par de servicios para las yeguas que me dieron ganadores clásicos. Desarrollar padrillos con pocas yeguas es difícil, por eso compro acciones de padrillos que sabés que van a ser apoyados. Lo que hizo Not for Sale con quince o dieciocho servicios es muy raro. Con La Pasión, que me da gusto negociar por el trato, quise entrar en el Constitution que trajeron, Governor Morris, pero ya estaba todo cerrado”.
Endrigo no se olvida de mencionar a la notable Eivissa Jet. “Una pinga que
corrió nueve y ganó diez. Hicimos una sociedad con Daniel Mautone y Pablo
Maggio; está de madre en el haras Vacación. A mí me falta sacar el gran caballo”,
la última frase es del criador. “Tengo 12 o 15 crías por año, empecé con seis.
Y vendo todo, aunque siempre algo te quedás, por un motivo u otro. A veces
pedía un poco más por alguna que te gusta y si no se vende se queda”. Con los
colores de El Wing ganaron Forty Licks (Nacional) y Strawberry Lake (Joaquín de
Anchorena), un hijo de Salt Lake. “Se los prestaba a los Balbi”, recuerda.
“Cuando se remató La Biznaga lo lementé por los años de selección que había
ahí. En la liquidación se fueron muchas yeguas afuera. Hoy las mejores yeguas
madre las tiene Firmamento. Me gustan los caballos de la media y la larga
distancia. Nunca corrí los de dos años, no me gusta. A Pellegatta y al Turco
Sahagian, que también me está cuidando ahora, se los mando en marzo; les hago
pre-training en el campo a los pocos que me quedo. Los caballos que empiezan en
noviembre no llegan a diciembre del año siguiente, salvo excepciones. Prefiero
preservarlos más”.
Por un tiempo, Endrigo sí estuvo vinculado con el fútbol. “Fui
intermediario hasta 2012, cuando me dediqué a los caballos y a comprar
propiedades, reconstruir”. Enzo sufrió Esclerosis Lateral Amiotrófica, la que
padeció Roberto Fontanarrosa y en estos días el senador Esteban Bullrich. “Fue
a los mejores médicos de Europa y Estados Unidos y le dijeron lo mismo que acá.
Se lo llevó en dos años, un tipo deportista, sano… Es tan poca la gente que lo
tiene que casi no se investiga”. Mamá Graciela va al campo porque le gustan las
plantas, las flores, la huerta, nada que ver con los caballos. “Me plantó
árboles ahí. Somos cuatro hermanos y papá tuvo otras dos hijas de su segundo
matrimonio, así que somos seis y nos llevamos bien, todos. Yo tengo dos hijas,
una de 21 y otra de
Ahora tengo pocos caballos en training. El viernes 30, en San Isidro,
ganó Ian, una potranca hija de Cisne Branco y una madre Intérprete mía,
Iliniza. El mejor que tuve fue Little Jim, pero no lo crié yo, y de los criados
por mí Kohinoor (Cima de Triomphe), Thunder Baby, que la cuidaba yo y la
presentaba Bismarck Molina (sonríe con la mención); Vivo Enamorada, una Not for
Sale que murió cuando iba en el trailer para ser servida… a veces es muy
ingrato esto y el camino hasta que debute el caballo se hace largo”. En el
campo hay una veterinaria residente, Lucía Romero, que “hizo mucho tiempo
training y quería aprender un poco de reproducción; está hace dos años, y de
veterinaria jefe de reproducción tengo a Celeste Silva. Además, Tito Rendine se
ocupa del la caballeriza en San Isidro. El domador es Gabriel Cinarelli”.
La gran amistad de Enzo Gennoni con Roberto Moya, legendario
cronometrista de La Nación en San
Isidro, no podía quedar afuera en la charla. “De chico me acuerdo de ir a la
cancha y subir con mi papá a la cabina para ver a Moya”.
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