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Martín Valle escondió al zaino colorado hasta la recta final, donde dominó sin esfuerzo / Gza. Prensa Palermo |
El defensor del stud
Mística, de Azul, tenía ante sí una prueba que era “sencilla” por sus
antecedentes más que por las campañas más débiles de sus rivales; un típico
choque deportivo en el que es común pensar que tiene más para perder que para
ganar
Un error o sentencia
equivocada en las carreras es pensar que para ciertos buenos caballos un
clásico es “fácil”, por los rivales que les toca enfrentar. Por supuesto que
“las carreras hay que correrlas” (otra máxima, que es de Perogrullo, pero que
suena a verdad revelada antes de que suene la campana... o después) pero
también se debe apuntar que aquellas verdades pueden terminar en una injusta
valoración si el favorito gana. Y si pierde también.
El enfoque erróneo
radica en que en el razonamiento suelen pesar más las tabuladas de los challengers
que los méritos del propio favorito. Epityrum se ganó en la cancha, donde se
ven los pingos -perdón, esto ya parece un glosario de frases hípicas comunes-
esa categoría de fierro imperdible que se ratificó en las cotizaciones a
ganador.
Epytirum jugó un poco
con eso en el desarrollo del Clásico Expressive Halo (L-
De sus tres
adversarios, sólo El Cid Campeador (Il Campione) contaba con una victoria de
black type, la del Clásico de la Provincia de Buenos Aires (G 3) de San Isidro,
en 2022.
El juego de Martín
Valle fue no atolondrarse y dejar al defensor del sud Mística, de Azul, último
entre cuatro, mientras Speedy Edor (Endorsement) dominaba sobre Hueihue (Daddy Long Legs). Pegado a los palos,
ignorando el precepto de ir a media cancha en la recta final, pasó al frente
sin perder un metro en el palo de los
Un excelente triunfo
de Epytirum, por más fácil que fuera el clásico.
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