En el hipódromo de La Plata, el trazado que le cae mejor que ningún otro, el caballo de 6 años que entrena Dany Etchechoury sumó su 10° triunfo, y El Chino Vera, que trabajó con Don Incauto y celebró en 2005 la victoria continental, volvió a retirar ganador al tenaz millero
La imagen
de Jorge Valdivieso –sí, el único Jorge Valdivieso- a lomos del ilustre Don
Incauto (Roy), de regreso del triunfo en el Gran Premio Latinoamericano (G 1)
2005 en San Isidro, casco en mano, y al peón corriendo y llevando de tiro al
caballo de San Benito, volvió a la memoria con la conquista de Don Empeño
(Exchange Rate) en el Clásico General José de San Martín (G 3-
En realidad, fue Andrés Bassombrio, su propietario y criador, el que
empujó el recuerdo: “El Chino debe de
haber tenido los mejores caballos nuestros; recibe buenos, pero algo debe tener”,
dijo el veterinario. El Chino, peón de
oficio, recibió a Don Empeño tras la carrera y se separó de él solo unos
segundos para abrazar a Andrés y a su hija, Manuela. Un abrazo sentido y
retribuido con el mismo sentimiento. César Viera, El Chino, es aquel que
corría con Don Incauto y Valdi por el césped de San Isidro, en medio del
festejo por una victoria notable en el Latino, en tiempos en los que los
caballos extranjeros estaban emborrachados de tanto ganar aquí.
Viera, de 52 años, fue el peón de Don Incauto y lo es de Don Empeño.
“Hace como veinte años que está con nosotros, ya es abuelo, un fenómeno. El
otro día se emocionó cuando ganó la yegua de Cacha el Grupo
Pero el tema es Don Empeño. Aquel caballo que reapareció hace un mes
tras un largo descanso, obligado por una temporada ardua, que incluyó su
victoria en el Joaquín V. González (G 2) y un tercer intento fallido en el
Joaquín de Anchorena (G 1), cuando sufrió un desgarro. Un caballo que encontró
en el Bosque el trazado ideal.
Este jueves largó desde la puerta 1 y de a poco se fue ubicando por
afuera, hasta entrar 3° en el codo y pasar al frente ante el puntero Grosso
Amor (Cosmic Trigger) en los 300. Después, aguantó bien a la yunta de Tinta
Roja, Hatim (Asiatic Boy), finalmente 2° a un cuerpo y medio, y Rey Rocco
(Suggestive Boy), 3° al hocico de su compañero.
“Teníamos miedo por el partidor 1; era un clásico más bravo y siempre es
mejor que corra con libertad, no tuvo ningún otro a su lado”, explica Andrés,
que pasó un susto casi en el disco: “Se paró un poco, algo que hace cuando el
jockey se levanta en los estribos y no sigue, en el final”.
William Pereyra, que conoció a Don Empeño en la anterior, está invicto
con él. Y sobre el gran momento de Carlos Daniel Etchechoury, su entrenador,
Bassombrio comenta: “Yo lo veo trabajar en la cancha; hoy gana, pero mañana a
las 7 está ahí. Arma bien los equipos”. También San Benito está en una etapa
fructífera. “Ya el año pasado habíamos andado bien. Si hubiéramos corrido bien
la serie del Carlos Pellegrini habríamos terminado 4° como stud, y fuimos 10°
como haras”.
Todavía se puede hablar de futuro con Don Empeño, de 6 años. “Decíamos
con Manu [Manuela, la hija de Andrés] que se merece otra oportunidad en Palermo
y San Isidro. La milla le ha costado en los hipódromos más grandes, pero es
impresionante la agilidad que tiene en el codo y lo bien que le viene la recta
cortita de La Plata”, detalla el propietario, y completa el panorama: “En la
mitad de la campaña le encontramos lo del sangrado pero responde al suero,
entonces le baja un poco la presión. Lo importante es que no sangre”.
INGRES PUDO CON UNA YUNTA
El éxito de Ingres (Galicado) en el Clásico Wilfredo Latham (L-
Tantas veces se vio que una yunta no aprovechara tal condición al correr
sus dos componentes de igual manera, en la punta o atropellando, que ahora se
debe decir que se hizo todo bienen las pupila de Adrián Reisenauer, pero Ingres,
que corrió por afuera mientras sus rivales iban por dentro, apuró en la recta,
donde ya dominaba Capadocia Rim dejando los palos, y se impuso a ésta sin luz.
Super Academia, en tanto, quedó tercera a dos cuerpos.
Fue el tercer triunfo de la defensora del stud Wiber, el segundo al hilo en el Sur para la pupila de Martín Goicoechea.
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