José Ortiz, en la silla de Early Voting, fue a buscar la carrera desde el vamos y acertó (@PreaknessStakes) |
Hubo muchos aciertos en las decisiones: de los responsables del ganador, Early Voting, que decidieron saltear el Kentucky Derby; de D. Waynes Lukas, que incluyó a la yegua Secret Oath, y de los dueños de Creative Minister, que pagaron un fee para anotarlo; con Epicenter, en cambio, fallaron los cálculos
Luego, estaba D. Wayne Lukas, el entrenador de leyenda que presentaba a
Secret Oath (Arrogate), la defensora de Briland Farm, ante los machos, después
de que se impusiera en el Kentucky Oaks (G 1-
Para los dueños de Creative Minister (Creative Cause) y su entrenador,
Kenneth McPeek, la apuesta fue en metálico: hubo que pagar 150.000 dólares en
derechos para anotar a este ganador de 2 sobre 3, todas condicionales, que no
estaba inscripto en la serie de la Triple Corona. Y les fue bien con el 3° que
Creative Minister cosechó además hablando en especies, porque obtuvo 181.500
dólares como premio y recuperó, en esencia, lo invertido. Su desempeño ya le
abrió las puertas del Belmont Stakes (G 1-
Epicenter (Not This Time) fue la excepción a la lógica, como lo fue en el Derby pero por razones ajenas a él. No ganó aquel clásico sencillamente porque apareció de atropellada Rich Strike (Keen Ice), la sorpresa que dinamitó el totalizador y las esperanzas del dirigido por Joel Rosario y del público, que lo había hecho favorito. En la primera gema, el jockey ubicó segundo a su caballo en un desarrollo vertiginoso, de 45 y monedas los 800, y finalizó en esa posición, cuando había dominado. “Tal vez no debimos hacer algo distinto ahora”, dijo, autocrítico, el entrenador Steve Asmussen el sábado tras el Preakness.
La frase del cuidador refiere al hecho de que Rosario ubicó a Epicenter esta
vez en el fondo del lote (7°), en el comienzo. “Ahora fue culpa nuestra”,
admitió, comparando las razones de la derrota. En especial porque el puntero, Armagnac
(Quality Road), vino en 47.44, mucho más tranquilo, con Early Voting pisándole
los talones.
“Las instrucciones para el jockey eran que lo corriera libre y que
hiciera los ajustes que necesitara, pero nunca pudo escapar de una colocación
incómoda por dentro”, comentó Asmussen, desilusionado.
En la carrera en la que todo estaba bien pensado en lo previo, podía haberse
dado un resultado más lógico que el del Kentucky Derby. Solo falló el menos
pensado.
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