lunes, 15 de diciembre de 2025

Obataye, otro producto del turf 'for export' de Brasil que triunfa en el millonario Carlos Pellegrini

 


Sestira Obataye con el brillante Joao Moreira, para su victria más trascendente / Prensa HSI




El caballo de Haras Rio Iguassu se confirmó como el mejor de América del Sur al sumar este gran éxito al del Latinoamericano (G 1), en un proceso que responde a una forma brasileña de entender las carreras, que lleva a los propietarios, criadores y profesionales brasileños a competir y establecerse en los centros hípicos con mejores premios en el mundo




Durante la primera mitad del siglo XX y un poco más, los caballos argentinos ganaron las carreras más trascendentes de América del Sur, hasta la década de 1970. Filón, Mangangá, Tatán, Arturo A., Moraes Tinto son algunos de los nombres que adornan el historial del Gran Premio Brasil (G 1), por caso. Por eso, en 1995 la victoria de El Sembrador en la carrera máxima de Brasil le puso una pausa a la sequía y fue una hazaña. La interrupción de una tendencia. Habían pasado casi 20 años desde la última conquista de un caballo criado en la Argentina en el clásico del hipódromo de Gávea, y el premio récord de 1 millón de dólares para el ganador, que ofrecía el Jockey Club Brasileiro, fue el motivo principal que atrajo a los propietarios del hijo de Octante y a otros, del mundo.

Seguramente el mismo impulso tuvieron los responsables de la caballeriza Haras Rio Iguassu, dueños de Obataye, por los 500 millones de pesos en premios del Pellegrini, la mitad de esa suma, unos 172.000 dólares, para el 1°. Aquella bolsa gigantesca de 1995 surgía de una jugada que se podía hacer en las agencias de lotería de todo Brasil, denominada Sweepstake, por la que había que acertar los diez primeros del marcador del GP Brasil.

El Sembrador, con Guillermo Sena en la montura y entrenado por Lucho Palacios, completó una épica sensacional ganando por ventaja mínima ante el caballo francés Talloires, con Kent Desormeaux en las riendas y preparado por Richard Mandella en los Estados Unidos.

El sábado, Obataye armó su propia hazaña corriendo en forma similar a la de aqu
el argentino, una cuarta posición en el desarrollo, pero no se topó en la recta final con esa pared que fue el clásico alazán que venía de California, hace 30 años. Incluso, Obataye pareció sacar una amplia ventaja en corto trecho, lo que llevó a algunos a pensar que el jockey Joao Moreira se había apurado, que había olvidado que esta vez eran 2400 metros por recorrer, y no 2000 como los del Latinoamericano, su último triunfo.

Pero no, esa diferencia le permitió soportar la atropellada de The Gladiator’s Hat, que apareció pegado a los palos, lo que facilitó que el ganador le achicara un poco el pasillo en el tramo decisivo, al cerrar su línea ligeramente, para imponerse por un cuerpo y medio. Havana Cigar, el otro visitante de Brasil, terminó 3° a un cuerpo, con Votá Bien cuarto a medio pescuezo. El escolta, defensor de Haras El Ángel de Venecia, que venía de ganar el Dardo Rocha (G 1), en La Plata, fue el argentino mejor clasificado, en una consagratoria actuación.

Brasil hace tiempo que ofrece un turf para exportación. En gran medida, sus propietarios y criadores tienen espaldas para embarcar a sus caballos a competir con sus colores a Europa, Estados Unidos y Asia, e invierten en hípicas como las de Uruguay y la Argentina, donde se establecen para criar y para estar en la pista con sus colores. Luego, incluso, llevan a los que se destacan a correr en el hemisferio norte y a sus yeguas a cumplir funciones en la reproducción. Algo parecido ocurre con sus profesionales: los jockeys y entrenadores se radican en el exterior sin mayores complejos, y son en general exitosos.

Los caballos de Argentina triunfan y compiten en la Breeders’ Cup más que los nacidos en los restantes países de América del Sur. 
En estos tiempos, nuestro turf se enorgullece por la campaña de Ignacio Correas como entrenador en los Estados Unidos, que acaba de concluir en pleno suceso y cuando le quedaba hilo para más; los jockeys argentinos son apreciados en las carreras y, sobre todo, en el trabajo de las mañanas.

No está mal preguntarse por qué ganan seguido los caballos visitantes en las grandes jornadas de nuestra hípica. El día en que haya aquí un turf fuerte, poderoso, no dependiente de ayudas externas a la actividad específica para que sus hipódromos centrales no sólo sobrevivan, tal vez el triunfo de un caballo brasileño, peruano, chileno o uruguayo, en las más grandes citas, sea una anécdota estadística, no un tema de discusión filosófica.






















































No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Le tenía fe a Knows All, aún si Charm hubiera corrido”, dijo Hernán Gasibe, que celebró la victoria en la Copa de Plata, donde la favorita fue retirada

  A los b e sos f e st e ja Brian  Enriqu e  al cruzar  el disco; Romana Craf vin por los palos / Pr ensa San Isidro   La yegua de Gran Muñ...