El remate de Treasure Island, potente como si no hubiera sido el puntero / Prensa Palermo |
El caballo del stud Bien de Abajo, de Azul, sumó su octavo triunfo, el quinto clásico, en el Otoño-Copa SADRA (G 2-2000 m), al regresar a la pista de arena de Palermo después de ocho meses y seis actuaciones de máximo nivel en césped
Hay una
sensación que emana de cada actuación de Treasure Island que trasciende los
resultados. Y uno se alegra de que sea un sentimiento compartido: “Cada día
emociona más”, confiesa Nicolás Martín Ferro, su entrenador, al que no se le
puede endilgar un gesto de parcialidad en semejante preferencia. “Es un pingo; hay
pocos caballos con esta regularidad: dos años compitiendo contra los mejores,
cambiando de tiro, cambiando la pista. Adonde va, corre, gana o entra segundo”,
comenta el preparador luego de la victoria del hijo de Treasure Beach en el
Clásico Otoño (G 2-
“No es un
puntero al que si no lo dejás correr no rinde. Debe ser el caballo más versátil
de los que me tocó cuidar. Es para sacarse el sombrero”, refirma conceptos
Nico.
-Y no especula con que se haga una punta con
ritmo, si viene de atrás. Además de bancarse los cambios de jockey…
-Gustavo lo
corrió en el Pellegrini porque Gonçalves lo dejó por No Fear, entonces buscamos
un jockey al que le gustara la distancia, clásico, y Calvente calzaba bien ahí,
no tenía compromisos y a partir de ese momento le respetamos la monta. Fue 3°
en el Pellegrini -de El Encinal- y 2° en el Martínez de Hoz –le ganó Full Keid-
y hoy le tocó sacarse su primera foto con Treasure Island.
La
ductilidad es el rasgo que destaca el cuidador, que no lo inculca pero lo
fomenta. “Venía de correr 2000 en el césped; había ganado en la arena de
Palermo, en la milla,
El futuro
tiene más opciones que incertidumbre para el defensor del stud Bien de Abajo,
de Azul. “Seguramente seguirá en el campeonato Palermo. Veremos si va directo
al República Argentina o corre antes el Gran Premio de Honor (G 1). Es un
caballo que me ayuda mucho con la sanidad, el estado, recupera muy rápido, a
los dos días de correr ya no sé cómo pararlo, salta, va de acá para allá –se
ríe Martín Ferro, pero habla muy en serio--, tiene una gran vitalidad, y está
siempre espectacular”.
Se nota,
cuida. Y no molesta perder algo de objetividad cuando se habla de un
caballo tan generoso.
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