El defensor de San Benito consiguió su primera victoria de jerarquía y el tordillo estuvo a punto de repetir el agónico triunfo de hace un mes, en la misma diagonal de San Isidro en la que esta vez se quedó corto por nada
Sobre el disco, Pereyra con el ganador y Lavigna, con el tordillo, orejean el final / Gentileza Revista Palermo |
Don Latido (John
F Kenedy) tuvo que apelar a su corazón para salvar la cabeza y salvarse de la
frustración que habría significado que la amenaza anunciada como un pronóstico
de lluvia se diera en el final del Clásico Pippermint (G 2-
En realidad, la amenaza se hizo ataque pero el resultado resguardó a Don
Latido en el disco, donde se impuso por la cabeza ante el tordillo, que esta
vez se quedó apenas corto. El ganador, conducido por William Pereyra, consiguió
su victoria más importante y primera clásica a los 3 años, cuando está entrando
en la edad mediana, y rehabilitándose en cierto modo de su debut de jerarquía,
donde problemas de tráfico lo relegaron. A Tooru, en cambio, su carga
electrizante le había dado el triunfo por el pescuezo ante Bequepingo (Cityscape, 5° esta vez) en el Clásico Southern Halo (G 3), hace
casi un mes.
“En la anterior [el Clásico Austria (L)] hubo mala suerte, se pialó con
el de adelante, tropezó y el resultado no lo tuvimos en consideración”, comenta
Manuela Bassombrio, criadora y propietaria de San Benito, el establecimiento cuyo
propietario es su padre, Andrés. “Lo esperamos para esta carrera, llegó muy
bien, pero la realidad era que la carrera era muy brava, con caballos de muy
buen nivel; Don Latido había ganado carreras muy lindas en las categorías y teníamos
que ver dónde estábamos parados. Fue una linda sorpresa, ganó muy bien”.
Si hay algo de lo que hace gala Manuela es de su conocimiento y la forma
de explicar situaciones, casi siempre sonriendo, como para derribar la valla
que a veces levanta ante los medios, cultora como es del perfil bajo. Sobre
Tooru también opina, admirada por su atropellada: “Es bravísimo, su victoria en
la carrera anterior no fue casualidad, corre muchísimo. William [que es jockey oficial
de San Benito] me decía que no sintió
ninguna atropellada; claro, el tordillo venía por afuera”, dice, divertida con
el final de la historia.
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