domingo, 4 de junio de 2023

Cuando la amenaza se hacía realidad, Don Latido conservó la cabeza de ventaja ante Tooru, en el Clásico Pippermint (G 2)

 
El defensor de San Benito consiguió su primera victoria de jerarquía y el tordillo estuvo a punto de repetir el agónico triunfo de hace un mes, en la misma diagonal de San Isidro en la que esta vez se quedó corto por nada


Sobre el disco, Pereyra con el ganador y Lavigna, con el tordillo, orejean el final / Gentileza Revista Palermo 


Don Latido (John F Kenedy) tuvo que apelar a su corazón para salvar la cabeza y salvarse de la frustración que habría significado que la amenaza anunciada como un pronóstico de lluvia se diera en el final del Clásico Pippermint (G 2-1400 m), corporizada en Tooru (Lizard Island), en el césped de San Isidro.

En realidad, la amenaza se hizo ataque pero el resultado resguardó a Don Latido en el disco, donde se impuso por la cabeza ante el tordillo, que esta vez se quedó apenas corto. El ganador, conducido por William Pereyra, consiguió su victoria más importante y primera clásica a los 3 años, cuando está entrando en la edad mediana, y rehabilitándose en cierto modo de su debut de jerarquía, donde problemas de tráfico lo relegaron. A Tooru, en cambio, su carga electrizante le había dado el triunfo por el pescuezo ante Bequepingo (Cityscape, 5° esta vez) en el Clásico Southern Halo (G 3), hace casi un mes.

“En la anterior [el Clásico Austria (L)] hubo mala suerte, se pialó con el de adelante, tropezó y el resultado no lo tuvimos en consideración”, comenta Manuela Bassombrio, criadora y propietaria de San Benito, el establecimiento cuyo propietario es su padre, Andrés. “Lo esperamos para esta carrera, llegó muy bien, pero la realidad era que la carrera era muy brava, con caballos de muy buen nivel; Don Latido había ganado carreras muy lindas en las categorías y teníamos que ver dónde estábamos parados. Fue una linda sorpresa, ganó muy bien”.

Si hay algo de lo que hace gala Manuela es de su conocimiento y la forma de explicar situaciones, casi siempre sonriendo, como para derribar la valla que a veces levanta ante los medios, cultora como es del perfil bajo. Sobre Tooru también opina, admirada por su atropellada: “Es bravísimo, su victoria en la carrera anterior no fue casualidad, corre muchísimo. William [que es jockey oficial de San Benito]  me decía que no sintió ninguna atropellada; claro, el tordillo venía por afuera”, dice, divertida con el final de la historia.

Después, cuenta un detalle que se volvió fundamental en la vida competitiva de Don Latido: “Estamos muy contentos por el equipo, que trabajó mucho en él. Por su temperamento, el caballo fue castrado en el haras, antes de la doma; Dany [Etchechoury, el cuidador] también hizo un gran trabajo porque era muy liviano, entonces empezó a varearlo solo, le buscó la vuelta”.
El carácter del hijo de John F Kennedy es hereditario, según apunta Manuela: “La madre, Doña Alaska (Asiatic Boy), no corrió justamente por su temperamento y la dejamos de madre, tiene toda la buena línea nuestra, que no falla y nos sigue dando”. Handle With Care y Doña Polenta son apenas un par de nombres en esa genealogía.
















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