Afirmado en la pista de arena de Palermo, donde compitió por primera vez, y en una distancia 400 metros menos extensa, el defensor de Marías del Sur dio una muestra de su enorme nivel al ganar el Classic ante Kodiak Boy, de excelente actuación
Francisco Leandro estuvo impecable en la silla del hijo de Fortify y Dale Lunfa (Hapsa) |
Hasta el
Gran Premio Estrellas Classic – Copa Escribano Hernán Ceriani Cernadas(G 1-
El desafío en Palermo era doble, entonces. Por la distancia y la
superficie nueva, como dijo Héctor Cruz, su propietario y criador, tras la
carrera, que con un gesto de deportividad relativizó la cuestión de la superficie porque su caballo se entrena sobre arena cada día. Durazzo, desde la largada externa que eligió Rubén Quiroga, su
entrenador, vino por afuera con Francisco Fernandes Gonçalves balconeando todo
lo que pasaba desde el primer codo, donde Nievre (Catcher in The Rye) había pasado
al frente. Luego, siempre por afuera, dominó a poco de entrar en la recta y en
el cierre controló bien a Kodiak Boy (Treasure Beach), otro caballo que dejaba
el césped, donde fue ganador clásico, para volver a la arena, donde había
salido de perdedor. Fue un gran desempeño del defensor de Las Monjitas.
Quiroga mostró una serena alegría en el festejo: “No le teníamos tanto
miedo al cambio de pista sino a la distancia y el cortito tiempo que tuvo Durazzo
desde el 25 de Mayo a este clásico, pero lo vimos bien en ese tiempo y
afrontamos la situación.
-¿Fue sencilla esa decisión?
-Nos
tomamos unos días, porque no es fácil, y la semana pasada se definió. Estaba
anotado, faltaba ratificarlo.
-¿Y ahora qué viene?
-Ahora
queremos darle un descanso y en septiembre retomaremos, si todo sigue así.
No va haber cambios en las formas, mucho menos se evalúa traer a Durazzo
a un stud de Buenos Aires. “Todos los caballos son cuidados en el haras,
viajamos en el día, hay una rutina y
tenemos un buen equipo. Todo está muy bien allá”.
Rubén trabaja exclusivamente para Marías del Sur, en Pehuajó Sur, Entre
Ríos. “Soy de Venado Tuerto, Santa Fe, y empecé como todos, peonando; después fui capataz, hice
todos los pasos. Entrené en Santa Fe un poquito y luego vine de capataz a
Palermo y San Isidro con Hugo Gutiérrez –marido de Marina Lezcano-; desde los
17 años trabajé en Rubio B. hasta 2010,
cuando el señor Cruz me dio la oportunidad de entrenar.
Durazzo fue capaz de hacer que se disiparan los reparos de muchos, exceptuando
a la mayoría de los apostadores, que lo hicieron favorito, con una ductilidad
destacable y un jockey sensacional, que dio doblete en las Estrellas.
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