El jinete cordobés llevó serena a la potranca, que se transformó en un vendaval en la recta |
Con la potranca del stud Haras La Madrina, que ganó por ocho cuerpos el Juan S. Boucau, el jockey de General Viamonte, Córdoba, volvió a demostrar que alcanzó un firme perfil en lo profesional, para formar con Jorge Mayansky Neer un afianzado binomio
Los
clásicos para debutantes de San Isidro, ya históricos, tradicionales con sus
cuarenta años de creados, dejaron atrás el estigma que los acompañaba por ser
“una tumba” para aquellos que los ganaron pero no tuvieron una campaña clásica
después. La lista de los que desmintieron esa especie de máxima, entre los que
se contaron New Dandy (New Noble) y Chullo (Equalize), por caso, fue diluyendo
un influjo de carreras que, con todo, atrajeron siempre, hasta el punto de que
en ocasiones debieron desdoblarse en dos turnos.
Dona Morebi (Catcher In The Rye) se hizo notar de entrada con su triunfo
por ocho cuerpos el Juan S. Boucau (1500 m-césped), la versión para hembras de
estos clásicos, para abrir una expectativa concreta para su próxima actuación. La
defensora de Haras La Madrina es entrenada por Jorge Mayansky Neer y la dirigió
Wilson Moreyra, un jockey ya asentado después de pasar por altos y bajos, para
evolucionar hacia un profesional serio, de buena mano para los clásicos, una
virtud que siempre lo acompañó.
“Hace cuatro meses que trabajo a la potranca. Prácticamente soy uno más
entre los galopadores, con Edgardo Gramática, Jonatan Oger, Sandro Caro,
Carlitos Ramírez somos un equipo, nos damos una mano entre todos”, explica el
jinete sobre la etapa inevitable de maduración de un caballo.
-¿Esperaron este clásico para que debutara Dona
Morebi?
-Jorge
[Mayansky Neer] apuntó a esta carrera porque se dio, pero igual no suele
presentar muchos potrillos de 2 años, en general espera cuando empieza el
calendario fuerte, las verdaderas carreras buenas.
A sus 31 años, Wilson pasó por varias etapas en la relación con Jorge Mayansky Neer,
uno de los primeros cuidadores que le dio oportunidades junto con Juan Domingo
Oural, Vicky Pascual y Antonio Marsiglia, y ahora goza de una estabilidad. “Somos amigos fuera de la pista;
adentro yo soy jockey y él cuidador”, asegura el jinete, y recalca el trabajo
en equipo. “Siempre me dice, ‘vamos a ganar carreras, porque si ganamos nos va
a ir bien’. Igual, si no se da, al primero que van a echar es a mí”, refirma
Moreyra serio, aunque uno no puede evitar sonreír ante su frase. “Uno ganó
muchas carreras pero esto sigue, hay que rendir examen todos los días”.
En el desarrollo del Boucau, Wilson mostró un atributo de estos tiempos
en su trayectoria, la paciencia. No se apuró cuando dominó Sing Sing Sing
(Remote) que venía a su lado tras dejar la curva, mientras la puntera Kazarma
(Remote) intentaba resistir. “Al entrar en la recta la iba a llevar por afuera
porque está mejor la cancha, pero cuando noté que la yegua se perdía un poquito
le pegué un palo y la puse derecho; estos caballos son muy nuevitos…”.
-¿El hecho de que pisara por primera vez el
césped te preocupaba?
-Son
debuts; le podía gustar la pista o entrar última. Mirá lo que pasó con el
potrillo [se refiere a El Abrojo (Il Campione), que finalizó 10° a más de doce
cuerpos en el Zubiaurre, un rato antes, también entrenado por el Ruso]. La
verdad es que andaba bárbaro, pero no corrió muy bien.
Wilson Moreyra parece haber encontrado su centro. Más lejos de los conflictos en las relaciones profesionales y más cerca del ganador de un Nacional, un Latinoamericano, un República Argentina. Su desempeño en la espectacular victoria de Dona Morebi es la mejor prueba.
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