lunes, 25 de abril de 2022

Wilson Moreyra, el jockey ya maduro, concentrado y clásico, ideal para que el estreno de Dona Morebi fuera tan contundente

 


El jinete cordobés llevó serena a la potranca, que se transformó en un vendaval en la recta

Con la potranca del stud Haras La Madrina, que ganó por ocho cuerpos el Juan S. Boucau, el jockey de General Viamonte, Córdoba, volvió a demostrar que alcanzó un firme perfil en lo profesional, para formar con Jorge Mayansky Neer un afianzado binomio 


Los clásicos para debutantes de San Isidro, ya históricos, tradicionales con sus cuarenta años de creados, dejaron atrás el estigma que los acompañaba por ser “una tumba” para aquellos que los ganaron pero no tuvieron una campaña clásica después. La lista de los que desmintieron esa especie de máxima, entre los que se contaron New Dandy (New Noble) y Chullo (Equalize), por caso, fue diluyendo un influjo de carreras que, con todo, atrajeron siempre, hasta el punto de que en ocasiones debieron desdoblarse en dos turnos.

Dona Morebi (Catcher In The Rye) se hizo notar de entrada con su triunfo por ocho cuerpos el Juan S. Boucau (1500 m-césped), la versión para hembras de estos clásicos, para abrir una expectativa concreta para su próxima actuación. La defensora de Haras La Madrina es entrenada por Jorge Mayansky Neer y la dirigió Wilson Moreyra, un jockey ya asentado después de pasar por altos y bajos, para evolucionar hacia un profesional serio, de buena mano para los clásicos, una virtud que siempre lo acompañó.




“Hace cuatro meses que trabajo a la potranca. Prácticamente soy uno más entre los galopadores, con Edgardo Gramática, Jonatan Oger, Sandro Caro, Carlitos Ramírez somos un equipo, nos damos una mano entre todos”, explica el jinete sobre la etapa inevitable de maduración de un caballo.

-¿Esperaron este clásico para que debutara Dona Morebi?

-Jorge [Mayansky Neer] apuntó a esta carrera porque se dio, pero igual no suele presentar muchos potrillos de 2 años, en general espera cuando empieza el calendario fuerte, las verdaderas carreras buenas.

A sus 31 años, Wilson pasó por varias etapas en la relación con Jorge Mayansky Neer, uno de los primeros cuidadores que le dio oportunidades junto con Juan Domingo Oural, Vicky Pascual y Antonio Marsiglia, y ahora goza de una estabilidad. “Somos amigos fuera de la pista; adentro yo soy jockey y él cuidador”, asegura el jinete, y recalca el trabajo en equipo. “Siempre me dice, ‘vamos a ganar carreras, porque si ganamos nos va a ir bien’. Igual, si no se da, al primero que van a echar es a mí”, refirma Moreyra serio, aunque uno no puede evitar sonreír ante su frase. “Uno ganó muchas carreras pero esto sigue, hay que rendir examen todos los días”.

En el desarrollo del Boucau, Wilson mostró un atributo de estos tiempos en su trayectoria, la paciencia. No se apuró cuando dominó Sing Sing Sing (Remote) que venía a su lado tras dejar la curva, mientras la puntera Kazarma (Remote) intentaba resistir. “Al entrar en la recta la iba a llevar por afuera porque está mejor la cancha, pero cuando noté que la yegua se perdía un poquito le pegué un palo y la puse derecho; estos caballos son muy nuevitos…”.

-¿El hecho de que pisara por primera vez el césped te preocupaba?

-Son debuts; le podía gustar la pista o entrar última. Mirá lo que pasó con el potrillo [se refiere a El Abrojo (Il Campione), que finalizó 10° a más de doce cuerpos en el Zubiaurre, un rato antes, también entrenado por el Ruso]. La verdad es que andaba bárbaro, pero no corrió muy bien.

Wilson Moreyra parece haber encontrado su centro. Más lejos de los conflictos en las relaciones profesionales y más cerca del ganador de un Nacional, un Latinoamericano, un República Argentina. Su desempeño en la espectacular victoria de Dona Morebi es la mejor prueba.









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