Que Ta Güeno, el hijo de Que Vida Buena más ganador este año, con 5 éxitos / Gza. Prensa Palermo |
Con once generaciones en edad de competir y todo lo que implica el hecho de estar radicado en Córdoba, lejos de los centros neurálgicos del SPC, el padrillo de Don Florentino es un prodigio de vigencia en el circuito principal de carreras y en el Interior
Por eso son destacables los 100 triunfos que alcanzó en esta temporada
Que Vida Buena a través de sus hijos, que en realidad son 105 al momento de
editarse estas líneas. “No para de sorprendernos. Ganar 100 carreras en un año
está reservado a muy pocos padrillos, que tienen una genética superior y están
en haras que de la zona que es la cuna de nuestros caballos de carrera”, dice
Luis Grimaldi, titular del haras Don Florentino, puntal para el turf de las
provincias y también para La Plata, Palermo y San Isidro, sin dudas.
Las ventas en el campo de la familia Grimaldi son fiestas
multitudinarias, que convocan a propietarios y criadores de todo el país. Allí
sienta su valor el reproductor. “No hay otro padrillo fuera de la Provincia de
Buenos Aires que haya conseguido 100 victorias; está primero en eficacia por
hijos ganadores sobre hijos que corrieron; 9° en la estadística nacional, 5°
por carreras ganadas, sólo por debajo de los cuatro líderes, [Il Campione,
Fortify, Angiolo y Hurricane Cat]. Ha superado todas las expectativas”, continúa
el hijo del patriarca José Luis, hermano de Lucas y padre de Luciano.
Luis, que es veterinario, admite: “En las primeras temporadas no se
había apoyado a Que Vida Buena como lo merecía, pero después sí se le dieron las
yeguas seleccionadas. Además, está el trabajo de mucha gente, como Daniel
Meubry, veterinario del haras; José Luis Martín, veterinario de training y
Carlos Moyano, encargado en las cría, más el personal que está con nosotros
desde hace muchos años, que entiende y sabe cómo se cría un caballo de carrera”.
El manejo en la cabaña de La Francia, Córdoba; los clientes que
generaron una fidelidad que va más allá de los resultados, la inquietud por
buscar genética en los medios internacionales, está a la vista. “En Don
Florentino hay tecnología, excelente alimentación, inversión; todo llevado
adelante por el capital humano que tenemos. Y el apoyo de propietarios y
entrenadores, que es fundamental”.
El suceso de Que Vida Buena derramó sobre los números del haras. “Este
año también alcanzamos los 90 triunfos, algo inédito para nosotros”. Aquella
tarde de junio de 2010 en la que el hijo de Bernstein ganó el Gran Premio
Estrellas Sprint (G 1), en la recta de Palermo, había dos hinchadas para él. Una,
la de Santa María de Araras, su criador, encabezada por el inolvidable Nacho
Pavlovsky, cuyos colores defendía aún. La otra, la de Don Florentino, con toda
su cúpula, celebrando una de esas faenas de Pablo Falero en la que trajo
escondido al velocista y le mostró la cancha en ese final en el que superó a La
Liz, una yegua de La Quebrada, también hija de Bernstein.
Fue la despedida de las pistas del caballo que se haría padrillo pronto
y que doce años después llegó a una marca sensacional.
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