La serena conducción de Gonzalo Borda fue vital en la conquista / Gza. Prensa Palermo |
Cacho Valenzuela compró a la yegua que ahora defiende los colores del stud Chos Malal en la venta final del haras Las Raíces, la confió al equipo Pelleegatta - Saldivia y ya celebró cinco triunfos al hilo, el más importante ayer, en el Clásico Apertura, sobre el césped de Palermo
No hay casualidades con Belleza de Arteaga (Cosmic Trigger), más bien
causalidades. Las cosas se dieron para que su nuevo propietario, el stud Chos
Malal, de Neuquén, la llevaran por el mejor camino, que la condujo a las cinco
victorias consecutivas hasta este sábado 7, en el que obtuvo el Clásico Apertura
(G 2-
Fue un trámite claro, incluso cuando varias rivales se le pusieron a tiro
en la recta final, donde superó a la valiente puntera Llamarada Planet (Sol
Planet) y se fue para el disco, al que arribó un cuerpo antes que Suspira
Limeña (City Banker), en 2m16s24/100.
Cacho Valenzuela (“todos me dicen Cacho”, afirma), nacido en Chos Malal, provincia del Neuquén, era pura sonrisa en el podio, un gesto que no abandonó en la charla: “Compré a Belleza de Arteaga medio de rebote, en un remate de Las Raíces de donde se vendió también Forty Cinque (Ecólogo). La realidad es que le hicimos un solo tiro y quedó ahí. Hubo otra oferta, creo que de parte de los que estaban en la sociedad antes, y no pensaba hacer otro intento porque nos dijeron que era sangradora”.
Aquella venta, con el costado doloroso por el fallecimiento de Federico
Caracoche, el dueño de Las Raíces, le dio a Cacho Valenzuela la chance de
juntarse con un par de piezas que ahora disfruta con otra inversión: Roberto
Pellegatta y el equipo que encabeza Juan Franco Saldvia. “Con mi hijo, Jorge,
pensamos en buscar un cuidador importante porque es una pinga, y lo llamé a Juancito Saldivia, que me la aceptó”,
recuerda Velázquez.
“En el equipo de Pellegatta son todos cracks, ‘la dieron vuelta’, le
hicieron un tratamiento y ya no sangró; a los veinte días ganamos la primera y ya
lleva cinco al hilo”, sigue el propietario, que a nuestro pedido hace algo de
historia: “Tengo caballos de toda la vida en Neuquén y acá en Buenos Aires desde
hace diez años; lo vivimos en familia con mucha pasión y logré transmitírselo a
mi hijo”. Damos fe. Sólo por un instante, Jorge dejó de tener en brazos al nieto
de Cacho, un abuelo joven, para sostener uno de los trofeos del clásico.
Así, el turf es mucho mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario