domingo, 16 de octubre de 2022

El día en que se perdieron todas las líneas



Las imágenes, en la pista y en el Comisariato, hablan por sí solas



La Nación / Captura de TV
 



Debió haber más festejos el sábado 15 de octubre en el hipódromo de San Isidro. Debió haber perdedores que aceptaran un fallo aunque estuvieran en desacuerdo y demostraran hidalguía en la derrota, y ganadores que celebraran como ameritaba el acontecimiento. Pero hubo un bochornoso espectáculo a cargo de los allegados al stud Mamina, que manifestaron aquella discrepancia con lo que había resuelto el Comisariato, una situación cotidiana, intentando ingresar en la casilla de jueces con una violencia que no se vio nunca en las carreras.

Los hechos en el Gran Premio Jockey Club (G 1-2000 m) señalan una clara infracción de El Musical (Il Campione), dirigido por Juan Cruz Villagra, sobre Natan (Señor Candy), con Adrián Giannetti, que al cruzar el disco terminó 2° a media cabeza de su rival y generó el reclamo de este último. No es aceptable que un jockey abra la línea de su dirigido de los palos a media cancha como sucedió y eso debe ser sancionado. Es objetivo. Un caballo no dejó avanzar libremente a otro. No fue un sesgo de los que se ven en cada carrera para intimidar al adversario que viene de atrás. Fue un contacto intencional. La ilusión de tener un gran aspirante a quedarse con la Triple Corona estuvo viva hasta los 200 m finales.


Después, el vandalismo –ya estamos usando el vocablo demasiado seguido en el turf-, los golpes de puño a los escasos policías que intentaron detener la barbarie, los vidrios rotos, el fallido intento de derribar una puerta con consecuencias inimaginables, atentó contra las carreras. Esos hombres descontrolados –también había mujeres arengando en contra del Jockey Club-, no defendieron el orgullo de Mamina como lo hizo El Musical en la cancha, ni siquiera como Villagra, que se excedió en el ardor de la carrera y pasó un límite. Esa gente, con el propietario a la vista de todos, estuvo a punto de desatar una tragedia si el acero de una puerta cedía al instinto animal.

Los hipódromos del mundo son pioneros en el uso de imágenes televisivas para “ratificar o rectificar” -como dicen los locutores aquí- un resultado. “Los fallos de la Comisión de Carreras son inapelables”, reza el Reglamento General de Carreras, que también apunta que “los reclamos por faltas, molestias, inconvenientes etc., durante el desarrollo de una carrera, deberán ser formulados ante el Comisariato”, que “se reunirá para considerar y resolver el caso planteado”.

Además, indica: “La autoridad del Comisariato se extiende dentro de los límites del Reglamento General de Carreras y a todas las personas que explícita o implícitamente estén sometidas a aquel”, y que “por los hechos no previstos en el Reglamento y cometidos en el Hipódromo por personas bajo su jurisdicción, el Comisariato puede imponer las penas disciplinarias que juzgue del caso, dando conocimiento del procedimiento a la Comisión de Carreras”.

Antes de finalizar la reunión hípica, la Comisión de Carreras decidió “suspender provisionalmente al stud Mamina y a Diego Hernán García, Lidia Griselda Makimoto y Ariel Fernando García mientras se sustancia un sumario, citándolos a presentar un descargo por escrito dentro del plazo de tres días de notificados de la presente resolución”.

    








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