viernes, 30 de septiembre de 2022

El Handicap Juan Alberto Maciel: la buena costumbre de Palermo que permite reconocer a un jockey de los grandes

 

La Fiera estuvo en el hipódromo ayer, para asistir a la carrera que ganó Chrys Kissing fácilmente, pero las muestras de buena parte del público y de sus colegas fue lo mejor que se llevó el bahiense del hipódromo porteño


Cáceres y maciel flanquean a los hermanos Ignacio y Pablo Díaz


Por momentos no lo dejaban caminar. Lo paraban para sacarse una foto, lo saludaban, repartía abrazos. Juan Maciel estaba en el hipódromo, su casa. El lugar en el que recibió afecto, aplausos y premios de a miles, cuando empuñaba la fusta. Entre 1977 y 1995 lo suyo fue la entrega, el rigor, la máxima exigencia para sacar la máxima entrega del caballo al que montaba. Lo pudieron criticar por muchas cosas, nunca por no dejar todo para ganar. Por eso, el intimidante repecho de la recta de césped de San Isidro solía rendirse a su fuerza y la de su montado.  

  En Palermo, donde este jueves se corrió el Handicap Juan Alberto Maciel, La Fiera –un apodo que le calzaba a medida- estaba feliz porque por fin se hacía la segunda versión de la carrera con la que el hipódromo porteño comenzó a agasajarlo. La misma prueba que se había suspendido el 23 de julio, cuando la niebla obligó a interrumpir la reunión.

  "Fui un luchador de la profesión; del primero al quinto le defendía la plata al propietario y al apostador", resumía el bahiense en una nota en el diario La Nación, en los tiempos en que era representante de la Asociación Gremial de Profesionales, ya retirado de las pistas. Casi todos los que se detenían cerca del podio y las chapas, le recordaban aquel rasgo riguroso a Maciel. Y a New Dandy, Double Paid, Malí, Ráfaga, Tocopilla…

  Entonces fue inevitable que, al salirle al cruce  a Candelario Cáceres –el propio Juan fue a su encuentro, no al revés-, con el que se trenzó en finales de más hacha que tiza, saltaran chispas de recuerdos. El mismo paraguayo, hoy entrenador, trajo a la memoria a La Esperanza (Bold Forli), la espectacular velocista de Vacación que montó Maciel,  que fue retirada invicta con los títulos de Yegua del Año y Mejor Velocista de 1990 y en la que más tarde se inspiró Raúl Lottero para bautizar su haras.

  Juan y Candelario fueron compañeros en la Escuela de Aprendices de La Plata y apenas egresaron pelearon la estadística de 1977 en el Bosque. “La gané por dos carreras”, dice Maciel. Fue la primera de sus seis estadísticas.

  Cáceres mencionó también a Arrayán (Stage Coach), que competía con los colores de sus compatriotas del stud San Blas, y Maciel lo interrumpió cuando aportó que en el Dardo Rocha (G 1) de 1990 lo escoltó desde medio cuerpo con El Look (El Andaluz), un caballo de Lagrange. La Fiera fue el jockey de Clorhidratante (Practicante), el caballo que dinamitó el totalizador en el Nacional de 1982. Una sorpresa de casi 100 pesos que quedó casi en el olvido por un suceso que Juan y Candelario evocaron a coro: cuando Fort de France, con Marina Lezcano, siguió de largo en el codo de Dorrego y arrastró a Té de Tilo, dirigido por Miguel Sarati. Uno de los hechos más rememorados de la historia del turf.

 Los hermanos Ignacio y Pablo Díaz, entrenadores que se sumaron a las decenas de amigos y profesionales, se quedaron un rato más después de los saludos, para escuchar más anécdotas. La última, de Cáceres, deja en claro que también lo suyo era el rigor: “Onesto Puente –entrenador- me preguntó una vez por qué no había exigido a un caballo en los 100 finales y le respondí ‘si le pego un palo más, sale volando’”.

  Iván Monasterolo ganó el Handicap Juan Alberto Maciel (1200 m), al fin y al cabo, la mejor razón para encontrarse de nuevo con La Fiera.










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