Sin posibilidades legales de volver a montar tras un grave accidente en 2005 y devenido cuidador, el cardalense presenta en la segunda etapa de la Triple Corona a un ganador de una carrera que "le devolvió las esperanzas" de ganar una prueba trascendente
Ya tenía
perfil bajo cuando corría caballos clásicos, importantes, como Priest
(Portlaw). Nada que sorprenda de él en el sorteo de gateras del Jockey Club (G
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En marzo de 2005, Osvaldo corrió la última como jockey. Se quebró un caballo en el codo de San Isidro y él cayó. Por el golpe en la cabeza perdió el conocimiento. En 2006, un año y medio después, intentó volver y trabajó en la pista de entrenamientos. Pero fue así de efímero. “Hace dieciocho años que dejé de correr, volví a la cancha pero no me habilitaron la patente. Después, me negaron la entrada al Campo 2, en San Isidro. Estaba vareando mis caballos, tengo tres”, explica.
El jockey de Priest (Outlaw), el potrillo del stud De Setiembre que enmudeció a Palermo en el Nacional de 1992 y vivió la última etapa dorada del haras El Candil, que dirigían Osvaldo y Luis Seglin, no piensa en leyes, usa el corazón: “Yo disfruto de montar, pero el hipódromo no me lo permite. No puedo estar montado. Puedo cuidar, dirigir de abajo. Vine a ver a un abogado del hipódromo de San Isidro, me dijo que como me indemnizaron no puedo montar. Al cobrar el seguro no te lo permiten. A Jacinto Herrera -hoy está corriendo en los Estados Unidos- le pasó lo mismo. Agoté todas las instancias para que me dejaran correr. El seguro se paga mensualmente durante un año y si uno no recibe el alta, lo indemnizan”.
Es inevitable recordar a Yolanda Dávila, hermana menor de Osvaldo.
Aquella jocketa que, como él, vivió la gloria de El
Candil, en su caso con la increíble Star and Stripes (Parade Marshal) como estandarte, e inició
en 2001 lo que parece un sino de los Dávila: se accidentó gravemente en una
caída –estuvo más de un mes en coma-, no volvió a montar y se hizo entrenadora
en Maroñas.
Osvaldo corrió dos veces el Jockey Club, una con Priest, sin suerte ambas. Ahora
piensa en Zodiacal. “Es del stud Los Dago, al que yo le corría; son amigos,
viven en Moreno. Tuvimos la suerte de cuidar a Seresta (Jump Start), que corrió
siete y ganó seis, una fenómena”. La potranca elegida como mejor 2 años de 2015 ganó
el Estrellas Juvenile Fillies (G 1), entre otros, y fue exportada a Japón. “Con Zodiacal
tenemos una esperanza otra vez. Corre en la mitad del lote, pero como pensamos
que va a ser un desarrollo muy violento espero que pueda venir más a la expectativa
y soltarse a partir de los 1000. Viene de ganar bien en 1600, quería seguir después
del disco, como para ir a más tiro”.
El entrenador desestima que lo del Jockey Club sea una aventura con un caballo que se convirtió en ganador en su cuarta actuación. “Tiene la
brazada larga, me gusta para la distancia. Lo anoté por eso, tiene actitud y no
va a quedar en ganador de una, es un caballo bueno. Lo va a correr Luciano
Cabrera, porque su jockey de siempre, Osvaldo Alderete, tiene compromiso con
Pablo Sahagian”. El Turco, que recibió un aplauso cuando el jefe de Prensa del
hipódromo, Pablo Carrizo, anunció que era su cumpleaños, entrena a Encarrilado
(Fragotero), perdedor aún, 3° en el Ensayo (G 2). Y uno, que aplaudió también,
pensó por un momento que si Zodiacal fuera un ganador clásico, a lo mejor
Sahagian liberaba al jinete para que dirigiera al de Dávila, sólo porque él
también es de los que disfrutó en la montura y sabe lo que son las
oportunidades en las carreras de caballos.
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