En el Clásico República Federativa del Brasil (G 3), el caballo del stud Tramo 20 alcanzó su 13ª victoria, tres años después de comenzar su campaña junto al entrenador de innumerables campeones como Algenib y Todo Un Amiguito
Cada salida
a la pista de Hole in One (Heliostatic), cada carrera, es un homenaje. Pocos
meses antes de morir, en 2018, Ernesto Romero preparó al caballo del stud Tramo
20, de Santiago del Estero, seguramente igual que lo había hecho con gigantes
como los campeones Algenib, Todo Un Amiguito, Lord Card, Lingote de Oro… Algunos
devenidos padrillos notables, además, como Sebi Halo y Storm Embrujado. Y a sus
7 años, Hole in One, enamorado de la competencia en su madurez, con ganas de
ganar gracias a que el maestro dejó un legado en su hijo Gustavo Ernesto, y a
sus enormes virtudes, claro, alcanzó su 13er triunfo en el Clásico República
Federativa del Brasil (G 3-
Una maravilla la forma en que el veterano, ajustado contra la empalizada
externa por el joven de 4 años Codringer (Cosmic Trigger), que defendía el
liderazgo temprano, se escurrió hacia el disco en los últimos 200, de la mano
de las agallas y la tenacidad de Juan Cruz Villagra. El fallo marcó cuatro cuerpos
de diferencia entre ambos, tan firme fue la atropellada del incansable Hole in
One. Tercero, Luxor Joy (Fortify), cuarto fue Very Truly (Lizard Island) y
quinto, Confused (Lenovo).
“Es un caballo que no afloja, en las mañanas
se lo ve contento, con fuerza. Nos ha dado muchas alegrías”, relata Gustavo
Romero, apenas saca la vista del televisor que le mostró la carrera de nuevo.
Tiene cara de satisfacción, de alivio quizá por haberse sacado de encima el
recuerdo del Clásico 9 de Julio (G 2), hace menos de un mes, cuando su caballo
quedó segundo a medio cuerpo de Master Soy (Master of Hounds), descontando muchísimo
en el largo ataque final. No había podido creer que Hole in One hubiera perdido.
"El puntero se agrandó adelante, porque le dimos más importancia a otros
caballos y no pudimos darle alcance. Sin dudas que el que ganó es corredor, un
buen caballo, pero pienso que el nuestro con un poquito más de suerte no
hubiera perdido. Fue una lástima porque tiene 7 años y hay que
aprovechar cada oportunidad que se presenta”.
El Clásico
Brasil fue la 30ª oportunidad en la trayectoria del caballo criado en Santa María
de Araras. “Siempre fue un caballo con salud, por eso esta campaña tan larga”,
explica Gustavo, que entre esto último y la admiración por su padre muestra cierta
modestia, un rasgo que le viene de Ernesto: "Fue una pérdida que yo sentí
también en lo profesional. Traté de absorber los conocimientos que me
transmitió y los pude aprender. Observándolo aprendí muchísimo. El sabía
mucho, tenía un bajo perfil, pero era muy efectivo, muy ganador, pasé toda la
vida al lado de él...”, afirma sonriendo por la evocación y porque no hace
falta deducir quién fue su guía.
EL VALOR DE TETAZE
“A Hole in One lo heredé, lo tenía mi padre y después le seguí yo la
campaña. Las primeras carreras las corrió con él”. Con esta frase había
comenzado la conversación que derivó, inevitable, en la figura de Ernesto
Romero. “Así que disfruté mucho ganar esta carrera, estoy muy contento”,
continuó Gustavo Romero, que ya ostenta su propio nombre en el turf. “Tengo 65
caballos en el stud, una buena cantidad, la puedo manejar bien, y estoy con mi
hermano Mariano, que me ayuda mucho, me apoyo mucho en él”. El legado, otra
vez.
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