Equal Mostaza ganó el Clásico Pueyrredón (G 3), cuyos 3000 metros sobreviven con su tradición a las tendencias y las opiniones
Festeja Leandrinho, luego de 3m11s07 /Prensa HSI
La prueba de San Isidro tuvo 10 inscriptos y todos
los condimentos que atraen: las tácticas, la resistencia
y una actuación destacada de
Gonçalves, que pasó de último a primero
No es una carrera más el Clásico
Pueyrredón (G 3 – 3000 m)
y el jockey de Equal Mostaza celebró el triunfo como tal. Lo excepcional y
solitario de la distancia se debe a que los dirigentes hípicos sucumbieron a la
tendencia de una crianza que no persigue producir fondistas, como en décadas
atrás. Desde los años 80 del siglo pasado se bajaron clásicos como el
Gran Premio de Honor (G 1), que en 1986, por caso, ganó Fain
(Dancing Moss y Fallow’s Sister) sobre 3500 metros, en
Palermo. Fue la misma temporada en la que el
República Argentina (G 1) se corrió en 3000 y también
conquistó el notable fondista criado en el haras Argentino, que
competía para Santa María de Araras, con la monta de Valdi y entrenado
por Cacho Pascual.
Si se cría para generar milleros o mediofondistas
porque no hay carreras de largo aliento o si no se
programan carreras extensas porque no nacen
productos con suficientes pulmones, fue la discusión
de aquellos tiempos. ¿Cuál apareció primero,
el huevo o la gallina?
Los hipódromos necesitan caballos que
llenen programas, por lo tanto, que corran lo más
continuado posible, algo que no congenia con las distancias mayores
a 2000 metros.
Con ese criterio, en Chile, por ejemplo,
en los 90 se instauraron las carreras con índice, en
las que compiten seguido ejemplares a
los que necesariamente se les
reduce el vareo. Un sistema que aquí
funcionó por un tiempo, acechado por el riesgo a
maniobras para manipularlo.
Palermo acortó algunos de aquellos recorridos
clásicos a 2000 metros,
como en el caso del República Argentina
(cambió varias veces de distancia y de fecha),
o los acomodó a 2200 para llevarlos al césped, como el
Clásico Apertura (G 3).
En semejante contexto, adaptar las carreras a las
circunstancias es lógico, pero el Clásico Pueyrredón,
que ayer ganó Equal Mostaza, no fue una carrera más, o un
clásico para adornar la vitrina. Por algo un ganador implacable como
Francisco Leandro Fernandes Gonçalves, que a
veces podría ofrecer la imagen de un jockey
hiper profesional, que salta de una monta a otra
como en una cinta de fábrica, festejó antes
de cruzar el disco con Equal Mostaza.
El jinete brasileño llevó
último al defensor de Las Monjitas, al estilo de
Calidoscopio en la Breeders’ Cup Marathon (G 2-2800 m) de 2012, progresó
hacia el final del codo y atropelló a media cancha en
la recta decisiva ante The Gladiator Hat (Hat
Ninja), cuyo jockey, Eduardo Ortega Pavón, fue astuto en
el comienzo cuando no peleó con el Darwin
(Il Campione), ni mucho menos con el atrevido Es
Asombroso (Es Después), que tuvo su par de segundos
de fama en el opuesto.
El hipódromo de San Isidro había adelantado que
este Pueyrredón ya no se correría
sobre tres kilómetros este año, pero en
los estamentos internacionales se mostraron en
contra de esa modificación que, así, quedó sin efecto.
Sostener la carrera 3000 metros es
mantener una buena tradición. Y volviendo a las
frases, una golondrina no hace verano.
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