lunes, 18 de agosto de 2025

Equal Mostaza ganó el Clásico Pueyrredón (G 3), cuyos 3000 metros sobreviven con su tradición a las tendencias y las opiniones

 


Festeja Leandrinho, luego de 3m11s07 / Prensa HSI



 

La prueba de San Isidro tuvo 10 inscriptos y todos los condimentos que atraen: las tácticas, la resistencia y una  actuación destacada de Gonçalves, que pasó de último a primero   

 

  

No es una carrera más el Clásico Pueyrredón (G 3 – 3000 m) y el jockey de Equal Mostaza celebró el triunfo como tal. Lo excepcional y solitario de la distancia se debe a que los dirigentes hípicos sucumbieron a la tendencia de una crianza que no persigue producir fondistas, como en décadas atrás. Desde los años 80 del siglo pasado se bajaron clásicos como el Gran Premio de Honor (G 1), que en 1986, por caso, ganó Fain (Dancing Moss y Fallow’s Sister) sobre 3500 metros, en Palermo. Fue la misma temporada en la que el República Argentina (G 1) se corrió en 3000 y también conquistó el notable fondista criado en el haras Argentino, que competía para Santa María de Araras, con la monta de Valdi y entrenado por Cacho Pascual.

Si se cría para generar milleros o mediofondistas porque no hay carreras de largo aliento o si no se programan carreras extensas porque no nacen productos con suficientes pulmones, fue la discusión de aquellos tiempos. ¿Cuál apareció primero, el huevo o la gallina?

Los hipódromos necesitan caballos que llenen programas, por lo tanto, que corran lo más continuado posible, algo que no congenia con las distancias mayores a 2000 metros. Con ese criterio, en Chile, por ejemplo, en los 90 se instauraron las carreras con índice, en las que compiten seguido ejemplares a los que necesariamente se les reduce el vareo. Un sistema que aquí funcionó por un tiempo, acechado por el riesgo a maniobras para manipularlo.

Palermo acortó algunos de aquellos recorridos clásicos a 2000 metros, como en el caso del República Argentina (cambió varias veces de distancia y de fecha), o los acomodó a 2200 para llevarlos al césped, como el Clásico Apertura (G 3).

En semejante contexto, adaptar las carreras a las circunstancias es lógico, pero el Clásico Pueyrredón, que ayer ganó Equal Mostaza, no fue una carrera más, o un clásico para adornar la vitrina. Por algo un ganador implacable como Francisco Leandro Fernandes Gonçalves, que a veces podría ofrecer la imagen de un jockey hiper profesional, que salta de una monta a otra como en una cinta de fábrica, festejó antes de cruzar el disco con Equal Mostaza.

El jinete brasileño llevó último al defensor de Las Monjitas, al estilo de Calidoscopio en la Breeders’ Cup Marathon (G 2-2800 m) de 2012, progresó hacia el final del codo y atropelló a media cancha en la recta decisiva ante The Gladiator Hat (Hat Ninja), cuyo jockey, Eduardo Ortega Pavón, fue astuto en el comienzo cuando no peleó con el Darwin (Il Campione), ni mucho menos con el atrevido Es Asombroso (Es Después), que tuvo su par de segundos de fama en el opuesto.

El hipódromo de San Isidro había adelantado que este Pueyrredón ya no se correría sobre tres kilómetros este año, pero en los estamentos internacionales se mostraron en contra de esa modificación que, así, quedó sin efecto.

Sostener la carrera 3000 metros es mantener una buena tradición. Y volviendo a las frases, una golondrina no hace verano.







































































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