viernes, 27 de agosto de 2021

En Arlington Park, el turf tiene a su enemigo adentro y está muy cerca de perder la batalla por su supervivencia




John Stars/Daily Herald


El histórico hipódromo de Chicago, donde se corrió el primer clásico de 1 millón de dólares en los Estados Unidos, es manejado por Churchill Downs Inc., que pretende vender el predio de 193 ha y accedería a la oferta de los Bears, la franquicia de la NFL


Hace un mes, cuando finalizaba julio, se tuvo la primera certeza de que la cosa iba en serio. En esos días, la Illinois Racing Board impone el límite para que los hipódromos del Estado definan las fechas que pretenden ocupar en la siguiente temporada. El plazo se cumplió y Arlington Park, el histórico hipódromo cercano a Chicago (93 años de fundado), no renovó su pedido de licencia para hacer carreras en 2022, lo que vino a confirmar una posibilidad que pende desde hace por lo menos dos años: el año que viene no habrá carreras allí. El 25 de septiembre se hará la última reunión en el Arlington International Racecourse.

“El hipódromo está en desventaja económica dentro de un mercado hipersensible”, justificó Tony Petrillo, presidente del escenario que pertenece a Churchill Downs Inc., la firma que maneja otro hipódromo emblemático de los Estados Unidos, donde se corre en Kentucky Derby. Según el ejecutivo, la empresa está estudiando construir otro hipódromo en algún lugar de Illinois que no precisó. “No ha habido una decisión de abandonar las carreras”, abundó.




Sin embargo, no fue tan así lo que comentó el CEO de Churchill Downs, Bill Carstanjen, que sugirió que hay “proyectos más elevados y mejores propósitos” para el predio de 160 ha, y no aseguró que las carreras volvieran el año próximo. “Estamos entusiasmados con la oportunidad de ‘monetizar’ Arlington”, siguió, mientras estudian ofertas de varios interesados. El más fuerte, se estima, es Chicago Bears, la franquicia de fútbol americano que compite en la órbita de la National Football League (NFL).

Los profesionales radicados en Arlington denunciaron un sabotaje de la compañía en el sentido de aceptar otras modalidades de apuestas y juegos, y calificaron el accionar de Churchill Downs como de mala fe. “Es una desilusión, pero no una sorpresa”, afirmaron. Se referían a que la chance de operar como un “racino”, el modo de unir carreras con casino (tragamonedas, cartas y ruleta) fue desestimado por el conglomerado con sede en Kentucky, que a su vez dirige un establecimiento ubicado a 25 minutos por auto desde el hipódromo, Rivers Casino, con el cual, según la asociación de entrenadores y jinetes, los propietarios no quieren competir porque se trata del más lucrativo complejo de juegos y entretenimiento de Illinois. En 1998 y 1999 Arlington no organizó carreras ante la negativa de los legisladores del Estado de darle ventajas a los hipódromos frente a la competencia de los nuevos casinos flotantes.

Debe señalarse que en el Estado de Kentucky, el hipódromo de Churchill Downs trabajó desde hace años haciendo lobby en el Parlamento local para que se autorizara el funcionamiento de tragamonedas en el hipódromo. La actividad está prohibida en el Bluegrass State, por lo que los apostadores sólo cruzaban el río Ohio para jugar en los casinos flotantes de la otra margen, lo que se consideraba una competencia desleal con los hipódromos.

La esperanza del turf y de los 300 empleados que perderán su trabajo en Arlington Park –según calculó el Daily Herald-, está en que existe la oferta de un grupo liderado por un ex presidente de Arlington, Roy Arnold, junto con una firma de desarrollos inmobiliarios de Chicago, que es respaldada por propietarios y entrenadores de caballos de carrera, e incluye un estadio para hockey sobre hielo, viviendas y una zona de entretenimientos, al lado del hipódromo. De todas maneras, en caso de que esta propuesta fuera aceptada, Arlington no podrá hacer carreras en la temporada próxima, dado que no formuló el pedido de fechas ante las autoridades de Illinois.




Hawthorne Racecourse y Fairmount Park son los hipódromos que le quedan a la industria en este Estado de diez que había en la década de 1940. El alcalde Tom Hayes lamentó “el impacto que tendrá en nuestra comunidad” el cierre, pero dijo que quizá las carreras se reanuden en 2023. Ya se sabe, por experiencia propia en la Argentina, que si los Estados no ayudan facilitando las leyes y los mecanismos para generar apuestas allí donde se reconoce la importancia de la actividad como fuente de trabajo, el resultado es un incontenible declive. En los últimos años hipódromos como Hollywood Park y, más atrás en el tiempo, Hialeah, dejaron de tener carreras. En el caso del primero, su vecino, el Forum de Inglewood, donde jugaban de locales Los Ángeles Lakers, fue reemplazado por el Staples Center, en el centro de la ciudad, lo que marca una tendencia, un lujo que puede darse el deporte de los Estados Unidos.

El hipódromo donde el festival del césped es famoso en el mundo y atrae los mejores de Europa, con el Arlington Million (G 1, hoy denominado Mister D. Stakes, en honor a un ex propietario, Richard L. Duchossois), el clásico que el gran John Henry (Ole Bob Bowers) ganó dos veces, y el Beverly D. (G 1, para yeguas) como banderas; donde se corrió la Breeders’ Cup de 2002, cuando se descubrió una maniobra de hackers con las apuestas que luego generó mayores controles en todo el turf estadounidense, está en un terreno muy codiciado en la zona de Chicago y el turf se va quedando sin armas para defenderlo. Este caso duele un poco más, porque el enemigo está adentro. 



EL VALOR DE TETAZE









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