Segundo de la izquierda, Rivero con su última camada y dos colaboradores / Facebook |
Mucho más que transmitir sus experiencias, el profesor de la Escuela de Jockeys Aprendices de La Plata disfruta de su nuevo rol, como lo mostró durante el tradicional desfile de los alumnos que acaban de finalizar el curso, en la jornada del Dardo Rocha
Con Fabián
Rivero había una cuestión de nombres. Él me decía “Flaco”, como mis amigos de
toda la vida. Y yo escribía Antonio, porque en La Nación se respetaba a rajatabla –ahora no tanto- la decisión
materna. En sus últimos años de notable jockey, ya estaba el docente. Fácilmente
se podía deducir entonces –hace un par de años- que nada más transmitir sus
experiencias sería valioso, pero la faceta del docente está metida en su piel y
sus sentidos.
“Es un
trabajo muy lindo y a la vez lleno de responsabilidad. Los chicos cumplieron el
objetivo, estoy contento”, había comentado Rivero el día en que la última
camada de la Escuela de Jockeys Aprendices de La Plata hizo el desfile tradicional
del 19 de noviembre. “Lo lograron por mérito de ellos, lo único que hacemos nosotros
es trabajar en la docencia, donde aprendemos junto con ellos. Es un cambio
grande de jockey durante mucho tiempo pero los disfruto mucho”.
Se le nota
a Rivero, lo mismo que el compromiso en cada indicación a Facundo Eneas, Lucas
López, Thiago García, Sebastián Reynoso y Ramiro Salazar, los muchachos que
pasan rápido con sus montados por la recta platense, mostrándose ante las
tribunas repletas. También se aprecia ese sentimiento cuando se lamenta porque
un sexto aspirante, Mauricio Menéndez, pudo terminar el curso por un lesión,
pero seguirá el año próximo. “Lo charlamos con él, sabe que es lo mejor”.
El orgullo
de Fabián está también en los ex alumnos suyos que ya están compitiendo, “como
Ezequiel Lencinas y Lautaro Ramallo”, que lo recibieron con triunfos en las
tres primeras carreras del sábado 19. “Son alegrías que no se pueden expresar
en palabras”, dice, y cuando uno le cuenta que percibe el respeto y el
agradecimiento al maestro de todos los que presencian el ejercicio en La Plata,
confiesa, no sin cierto pudor: “Eso lo siento allí donde voy”.
El que fue
jinete de El Charlatán, Badajo, Adyacente (URU), con los que se llevó el Dardo
Rocha, y Tapatío, cuyas riendas condujo para ganar el Nacional, no puede menos
que agradecer esta oportunidad que le dan las carreras: “El turf ha sido muy
generoso conmigo, he tenido la suerte de correr muchos caballos buenos, gané
muchos Grupo 1, tres Dardo Rocha, se me pone la piel de gallina, soy feliz con
lo que me ha dado esta profesión que disfruto”.
La seriedad y el profesionalismo que fue una marca en la trayectoria como jockey de Fabián Antonio Rivero ahora tienen la forma de la docencia. La pasión es la misma.
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