Tetaze fue elegido Caballo del Año 2020 y Elvas, Yegua del Año; Miguel Crotto, presidente del Jockey Club, otorgó el Pellegrini del Año, el máximo trofeo, a "Todos los Actores de la Industria del Turf
Desde que se abrió la votación a los aficionados, las distinciones Carlos Pellegrini son irrefutables, genuinas. Y desde siempre, son discutibles. Hay algunos errores en ciertos rubros, como que Tetaze haya sido el preferido como Caballo del Año pero no como Mejor Caballo Adulto. Son apreciaciones y opiniones, pero en general los batacazos de 100 pesos no existen. Las votaciones, que completan las entidades hípicas y los medio espacializados, están para ser discutidas y en esto la consigna del Jockey Club lleva 42 años desde que se convirtió en un espacio imprescindible y esperado.
Lo que debe preocupar es que los problemas del turf no se solucionan que se enuncian cada año,
pese a que se formó con buenas intenciones la Unión Hípica (de criadores y
propietarios), y que la participación del público es baja en los Pellegrini (800
votantes). Miguel Crotto, presidente del Jockey Club, señaló en su discurso –grabado-
tres puntos sin resolución y que no atraviesan lo declarativo: “los nulos
avances” en la puesta en funcionamiento del centro único de control del doping;
el juego ilegal, que tiene “un presente y futuro mediocres” para ser combatido; y la Ley del Turf
bonaerense, que “desde 2016 perdió importancia”.
La pandemia no debería ser excusa porque los niveles de recaudación
parecen indicar que las apuestas se activan en hipódromos que recortaron sus
gastos, y que el Fondo de Reparación sigue llegando, es cierto que con atrasos
(se anunció una pérdida de 170 millones de pesos en 2020) pero se observa que el público que entra en el circuito online del turf para jugar o
no se interesa demasiado por elegir a los mejores o en todo caso no es mucho
más significativo cuantitativamente que aquellos 800. Las invitaciones para
hacer un cotejo de este tipo están al alcance de la mano.
La elección del Pellegrini del Año, potestad del presidente de la organización
madre de la hípica, es una tradición que no debe perder entidad. No hay
duda de que existe reflexión, consultas y hasta intereses –no es el caso ahora-,
que rodean a tan solitaria e individual definición. El intangible “A todos los
actores de la industria del Turf”, un genérico, está muy bien y no se ve mal
que se repita en estas circunstancias, pero hay otras formas de premiar a tan
enorme masa que trabaja, invierte, apoya y disfruta de las carreras, que los
dirigentes seguramente deben conocer y que no siempre depende de la voluntad de los Estados nacionales o distritales. Acercarse a
esos sectores que hacen la actividad será la fuerza y la llave para generar de una vez las soluciones.
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