domingo, 3 de octubre de 2021

Didia comparte con Tetaze los genes ilustres y ya les hace honor

La ganadora del Clásico Federico de Alvear (G 2), hermana materna de Delirada, la madre del campeón, fue contundente en San Isidro; en el Espirita (L), Joy Nima tuvo un jockey sabio



La yegua de La Manija corrió como nunca

Sin pegar. No sintió el látigo en todo el camino del Clásico Federico de Alvear (G 2-1800 m). Claro, alguien que no vio la carrera podrá deducir que fue lógico, si Didia (Orpen) ganó por seis cuerpos. Y es cierto, tanto como se podrá pensar que en semejante distancia cualquier caballo que viniera en la punta o segundo, como fue el caso de la yegua de La Manija, sienta que las fuerzas van mermando, como no fue el caso de ella.

Esos datos sobran para que Didia sea considerada como una de las candidatas en el Gran Premio Enrique Acebal (G 1-2000 m), el clásico con el que se cierra la temporada de las potrancas de 3 años en el césped, antes de medirse con las yeguas mayores en la Copa de Plata. Pero eso ocurrirá dentro de un mes y aquí mismo, en San Isidro, donde el sábado surgió una ganadora sólida, que en el desarrollo dejó que el liderazgo lo asumiera Forti Guadalupe (Fortify), en una razonable decisión de William Pereyra, su jockey.  

Después, en la recta, bastó que el piloto extendiera las riendas para lanzar a Didia, que fue estableciendo la diferencia sobre el resto sin que la fusta la tocara. En una lejana atropellada, Love Story (Agnes Gold) se quedó con el segundo puesto.

Orpen, el padre de Didia, murió este año, y su madre, la brasileña Delambre (Rainbow Corner), está pensionada en San Ramón, el campo de Nicolás Iguacel en Capitán Sarmiento, luego de varios intentos por preñarla, sin éxito. Su vientre, a los 22 años, puede descansar y llenarse sólo de pasturas, de aire y tierra, sin el estrés de preñeces y partos, que en su caso fueron diez, el último el de esta ganadora del Alvear, en 2018. Pero hubo otro que ya es inolvidable, el de Delirada, otra hija de Orpen, la madre de un campeón, Tetaze (Equal Stripes).




Ignacio Pavlovsky (hijo) crió a Didia en su haras La Manija: “Me quedó vacía después y se la regalé a Nicolás Iguacel; yo pago pensiones de mis yeguas en Carampangue y no quería ‘mandarla al tacho’; la verdad es que estaba llena de quistes”, revela el veterinario, que seguramente no podrá verla en el Acebal, el 6 de noviembre, y por un buen motivo: ese día corre otra yegua que él crió, Blue Stripe (Equal Stripes), en el Breeders’ Cup Distaff (G 1), en Del Mar, uno de los hipódromos de California.

El criador no estaba seguro del retiro de Delambre de la reproducción. Iguacel lo confirma: “Está viejita, ya no está para madre”. Una situación reconocida en la cría de caballos pero aún así una pena. Queda la savia de Delambre desparramada para en genes ganadores y Didia ya le hace honores.

 

 

Joy Nima, pocos kilos y buenas manos

 

Porque es así como se define una carrera como el Clásico Espirita (L-1800 m), segundo número de alto nivel en la reunión de San Isidro. Fue la tercera y la más importante de las tres victorias de Joy Nima (Fortify), emergente de la liquidación del haras La Biznaga y que cayó en muy buenas manos, las de San Benito. Es cierto, corrió con el peso más bajo en el armazón de handicap de este clásico, pero el uso que le dio a esa ventaja fue inmejorable, a partir de la conducción de Francisco Fernandes Gonçalves, que no quiso que se escapara la puntera, Indicada Girl (Asiatic Boy), con la que comparten entrenador, y la ubicó segunda en el desarrollo.

El jockey brasileño, cada vez más sabio desde su vuelta, tuvo paciencia al entrar en la recta. No se desesperó cuando vinieron las atropelladoras Joy Velika (Fortify) y Forty Cinque (Ecólogo), conocedor de lo que podía dar su yegua. Así las aguantó 250 metros, para imponerse por un cuerpo. Y fue 1-2 de Fortify y La Biznaga.












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