lunes, 18 de marzo de 2024

Calidoscopio del alma

 


El histórico triunfo en Santa Anita / Benoit Photo


A poco de cumplir 21 años, el caballo que se hizo inmortal al ganar por primera vez para la Argentina un clásico de la Breeders' Cup llegando desde su stud en nuestro país, conmoviendo al mundo hípica a sus 9 años entonces, murió el viernes último en el campo de Juan Carlos Echeverz, en Córdoba  



En una de las tantas semblanzas, perfiles y artículos que nos despertaron a los periodistas su manera de ser, única; su entrega, su inteligencia para saber que debía correr con todo cuando a los rivales no les quedaba nada, Carlos Delfino tituló en La Nación: “El día que nevó en Palermo y nació un leyenda: Calidoscopio”. Había ganado el Clásico Chacabuco (G 2-2500 m) en Palermo, el 9 de julio de 2009, 91 años después de la última nevada en Buenos Aires. Fue por una cabeza ante Ibope.

Ese día llevó sus riendas Jacinto Herrera, al que por una lesión debió reemplazar Pablo Falero después, por ejemplo, para ganar el República Argentina, la única victoria de Grupo 1 del caballo, increíblemente. Sin embargo, para la mayor hazaña de Calidoscopio, el que estuvo en la montura fue el estadounidense Aaron Gryder, al que Pablo instruyó sobre cómo corría el alazán y para eso viajó a California para la Breeders’ Cup Marathon (G 2).

"Aaron Gryder lo corrió como si fuera Falero o como Falero haciendo de Jacinto Herrera", dijo el uruguayo minutos después de que el hijo de Luhuk se desempeñara último, a mil cuerpos, en los 2800 metros de arena de Santa Anita Park. Miguel Cafere, Mario Londaitz y Andrés Torres, asistente, galopador y peón a los que el stud Doña Pancha y Guillermo Frenkel Santillán encomendaran la tarea de preparar allí, lo recibieron en plena pista.

La euforia llevó a quien esto escribe como levitando de su pupitre y se encontró, tras la corrida sin aliento, en la premiación. Fue inevitable participar, no sólo asistir para la crónica. En el pasillo, muchos periodistas del mundo levantaron sus palmas para chocarlas con un par de colegas argentinos, maravillados con la actuación de Calidoscopio y divertidos con una alegría que no se manifiesta seguido allí. Y menos con un caballo de 9 años.

Breeders’ Cup Ltd. publicó como promoción de su siguiente festival una foto de esos festejos argentinos, que reunió a los propietarios (Juan Carlos Echeverz y Juan Gaona a la cabeza), hombres de prensa y argentinos que alentaron, junto con Gryder, Falero y Frenkel, un spot titulado, “From cheers to ‘cheers’” (que podría ser “de un ‘¡salud!’ a un ‘¡vamos’!”, en español), incentivando a inscribir para vivir en momento semejante.  


Celebran Torres, Cafere, Londaitz, Frenkel y Echeverz al fenómeno / Benoit Photo


La última carrera en la Argentina de Calidoscopio, al que Echeverz y Frenkel eligieron de potrillo en La Quebrada, junto con una yegua que resultó ganadora de una, fue aquel Chacabuco. De los Estados Unidos se despidió ganando el “sublime” Brooklyn Handicap (G 2), como describió el relator de Belmont Park, en Nueva York, en otra maravillosa atropellada que llegó a noticieros, como el de NBC, donde los periodistas lo compararon con More Than Ready en el Kentucky Derby de 2009. “¡Venía a 25 cuerpos!”, admiraron

Ya en la Argentina, Echeverz lo llevó para padrillo a su campo de Córdoba (¡cómo no!), luego de un año de servicios en La Quebrada. Todos hubiéramos esperado un éxito allí también (¿quién no?) pero sólo dio cuatro ganadores entre sus 38 descendientes, algunos destinados al polo, el deporte del criador, aunque su gran amigo Santiago Ballester, no podrá incluirlo como reproductor Polo Argentino. El Jockey Club sí  pudo concederle el Pellegrini del Año, por ese fantástico 2012.

Quizá nunca un caballo había ganado en la nieve; ciertamente nunca un caballo argentino entrenado en nuestras pistas, había ganado en la Breeders’ Cup, en 40 años con orgullosos éxitos nuestros allí. Invasor, Bayakoa, Paseana, Blue Prize, en la gran serie norteamericana, El Sembrador en otra invasión de pista argentina, en un Gran Premio Brasil, generaron emociones, igual que tantos otros. Como Calidoscopio, ninguno.     























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