jueves, 9 de marzo de 2023

Cacho Pascual fue un artesano que forjaba caballos para las distancias clásicas, pero capaz de guiar a un sprinter como Punk

 


Cacho premia Nico Martín Ferro; a la izquierda, Jorge Valdivieso y Néstor Camino, amigos y socios / Hapsa



Ya hacía un tiempo que no escuchábamos la voz serena, seductora, de Domingo Pascual, fallecido ayer a los 83 años, excepto por un agasajo que le hizo el hipódromo de Palermo en octubre. Hablaba de caballos, claro, el entrenador de campeones como Fain, seguramente su obra cumbre, pero la salud lo tuvo en un arco en los últimos años. Esa foto en la que Cacho le entrega el premio a Nicolás Martín Ferro en el Argentino semeja al testimonio que los veteranos les dejamos a los jóvenes –sobre  todo periodistas, en el caso de uno- cada vez que surge alguno de los mil buenos recuerdos que dejó.

Como aquello de que “yo siempre tiendo. El caballo bueno de por sí tiene pie (velocidad inicial y final) y si uno le hace más pie después es imposible sacarlo de la recta”, una de sus convicciones. “Sings y Bleding, por caso, hubieran sido grandes velocistas, pero con el vareo se destacaron en la media distancia”, concluía el ABC de Cacho, que no renegaba cuando le salían sprinters como Punk, al que llevó a lo más alto. Con Sings ganó el Guillermo Kemmis y la Polla de Potrillos; con Bleding, el Gran Premio San Isidro, entre otros clásicos.

Esos fueron los tiempos en que comenzaba el stud Santa María de Araras, arribado desde Brasil de la mano del recordado Ignacio Pavlovsky, cuando Fain y I’m Glad, en la década del 80, ganaron el Gran Premio Carlos Pellegrini. Siempre se recuerda la campaña dibujada al detalle y que llevó al invicto Fain al título de Caballo del Año 1986, cuando Cacho lo retiró de un fangal en la Copa de Oro y lo hizo debutar en césped directamente en el Pellegrini.

Ocho años después, Pascual se dio el gusto de su vida: Cheerful se impuso en el Gran Premio Nacional con la chaquetilla del stud Don Elías, que honra a su padre, el entrenador que le inculcó su oficio. Una herencia que prolongó en sus hijos Victoria y Gonzalo. Incluso, cuando Vicky decidió radicarse en los Estados Unidos para seguir su profesión allí, Cacho estuvo a punto de acompañarla, cosa que descartó luego. Seguramente los resabios del secuestro que la entrenadora había sufrido al salir de una mañana de trabajo en Palermo calaban hondo aún.

Domingo Pascual será velado hasta hoy de 17 a 24 en Av. Maipú 2180, Olivos, y mañana de 8 a 11, cuando será trasladado al Cementerio Privado de San Isidro.

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