lunes, 17 de octubre de 2022

Un pecado, más allá de opiniones y polémicas: los dos colosos que definieron el Jockey Club no pudieron dirimir cuál es el mejor


Natan le ganó a El Musical por distanciamiento y, lejos de resolverse, la controversia que siempre generan estos desenlaces se vio aumentada por la escandalosa reacción de los allegados al stud Mamina, que así tiene escasos argumentos para afirmar su posición 


El amargo final de una lucha que debió tener un resultado cristalino / Foto: Gustavo Duprat



Dos colosos definieron el Gran Premio Jockey Club (G 1-2000 m), pero ninguno de ellos pudo demostrar que es mejor que el otro fehacientemente. Es el triste saldo que deja el clásico más antiguo del turf argentino, que no merece dirimirse de esa forma como cualquier carrera de caballos en manos de humanos, pero los reglamentos están para encauzar una actividad deportiva como cualquier otra y deben hacerse cumplir. Juan Cruz Villagra abrió la línea de El Musical (Il Campione) hasta empujar ilícitamente a Natan (Super Candy), que en el disco llegó 2° a media cabeza y cuyo jockey, Adrián Giannetti, reclamó y se hizo dueño del 1er puesto por distanciamiento.

  Un hecho síntomático sobre la falta cometida es que Juan Cruz Villagra no festejó después de cruzar el disco… en el Jockey Club. Otro hecho: las crónicas casi no hablan de la muy buena carrera de The Punisher (Cityscape), 3° a siete cuerpos, o de El Cid Campeador (Il Campione), 4° a la cabeza sin experiencia clásica en el pasto. 

Dany Etchechoury no pudo celebrar en San Isidro su séptimo triunfo en la segunda gema de la Triple Corona, a lo que sumó la preocupación por su familia, que dejaba el hipódromo, ante una llamada que recibió durante la charla. Pero no hubo más que eso. “Siempre me trajeron muy buenos caballos, tuve buenos propietarios y por suerte pude responder. Pero siempre digo: así como gané tantos Jockey Club, nunca pude ganar un Nacional. Entré varias veces segundo, tercero, y cuando pensé que lo ganaba no se daba”.

No fue sencillo abstraerse del clima que imperaba en el podio por los incidentes. Ni la experiencia ganadora le disimulaba el sabor agridulce al entrenador. “El caballo se lo merecía, es una pena, esto oscurece todo lo lindo que tiene el Jockey Club”, dice Etchechoury. Y describe: “Siempre corre tranquilo, esta vez se tuvo que apurar un poco más porque el bravo estaba adelante. Adrián estuvo muy bien, no lo dejó ir”.

Como suele pasar en todas los acontecimientos, sean deportivos o políticos, cuando un sector empieza una manifestación de protesta se contagian muchos. Lo que preocupa ahora es la ausencia casi absoluta de efectivos de seguridad. Está bien que las carreras casi nunca dieron motivos para actuar, pero los tiempos cambiaron.

-¿Natan va al Nacional?

-Lo tengo que pensar.

Cuando bajen las tensiones, Carlos Daniel Etchechoury tendrá las definiciones concretas sobre el futuro. El fin de semana pasado, el miedo a que se suspendan las carreras por falta de seguridad era un sentimiento que imperaba. Según trascendió de una fuente cercana a los directivos de San Isidro, Juan de la Cruz Ramallo, presidente de la Comisión de Carreras, habría comentado, apenado: “No sabés lo que nos costó bajar este caballo, el favorito, con la posibilidad de ser triplecoronado, si sabía que iba a generar esto…”

  La violencia es el límite y sin autocrítica va a ser difícil que las cosas se modifiquen.














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