El propietario y criador celebró con Almendro En Flor el triunfo en el Clásico Cyllene (G 2) y disfruta de esta etapa en los 35 años de actividad que lleva su stud, en el que revistaron decenas de campeones y ganadores de Grupo 1 y clásicos
“Estamos
bien”, dice Juan José Caligiuri después del triunfo de Almendro En Flor
(Angiolo), en el Clásico Cyllene (G 2-
“La primera yegua fue Piñuela; la compré en 1986, gané Grupo 1 y un Grupo
3 con ella, y fue segunda de Bayakoa”, recuerda Caligiuri. Aquello fue entre
ganadoras de una, en San Isidro. Esas carreras fueron en La Plata: el GP
Selección de Potrancas (G 1) y el Clásico Diego White (G 3). “Fui con un amigo
a un remate de Don Yeye y volví con ella”. Piñuela era hija del padrillo
irlandés Portese y Soy Salteña, por Sheet Anchor. Como para olvidarla.
“Nos conocimos con Niso Ulloa a través de Hernán Ceriani Cernadas y
arrancamos de ahí a criar. No teníamos nada y a Niso le quedaba más cerca La
Quebrada [comparado con su campo en 25 de Mayo entonces]. Así, hicimos un
acuerdo con Hernán por el que yo le llevaba las yeguas, él ponía los padrillos
y después dividíamos”. Francisco Niso Ulloa, veterinario, sigue firme en su
responsabilidad total en la cría y el training, manejando Tres Jotas.
“Con Hernán elegíamos los productos (me dejaba
primero a mí, un señor, recalca) y el resto lo vendíamos. Y ahora volvieron los
triunfos. Estuvimos un tiempo ganando no más que ganadores de una, no se nos
daba, y ahora Angiolo y El Paraíso empujan. Tenemos cuatro acciones de Le Blues
y cuatro de Il Campione. Estamos criando con los Duggan y llevamos algunos
potrillos con Fredy Pont Lezica a la Mission Robles. No nos podemos quejar”,
explica el empresario en salud.
La historia luminosa de Tres Jotas continuó tras la fundacional Piñuela en
una lista interminable: Irina, San Livinus, Wait (la madre de Angiolo), Gap,
Sebastiano, el propio Angiolo, Artemisa (madre de Almendro en Flor), Piñuety
(hijo de Piñuela), por mencionar un puñado. “Ganamos muchos clásicos, varios Grupo
-Tres Jotas nunca aflojó.
-Es un
orgullo. Es lo que me gusta. Imaginate que nací en Junín y a los 4 años tuve mi
primer caballo, andaba más por el suelo que arriba. Me lo compró mi papá, o sea
que parte de la culpa de lo que tengo yo es de mi papá.
Para Caligiuri, hay un aspecto casi filsófico del turf que no claudica ni siendo un propietario destacado. “Yo no juego, me pasé veinte años tratando de convencer a muchos de que no apostaba. Tener caballos y no jugar es muy importante, porque si un caballo tuyo corrió quince veces y ganó cinco es buenísimo, pero perdiste diez”.
Una enfermedad que requirió una operación larguísima y la pandemia poco
después no aplacaron el entusiasmo de Caligiuri,
de 69 años. “Era el único paciente en el Hospital Italiano”, evoca ahora, con
una sonrisa. “Sacaba una fuerza de adentro que no conocía”, añade en serio, al
tiempo que admira la tarea de los médicos y en especial la de su cirujano.
“Creo que lo mejor es querer a los caballos y verlos correr. Ese minuto es increíble. Cuando ganó Irina el Estrellas Juvenile Fillies no sé por dónde bajé de la tribuna”. Una sensación o una inconsciencia que Juan José Caligiuri juzga momentánea. “Después se te va”, asegura. O cambia, quizá, porque fuera de la pista, esa notable hija de Ringaro creó una dinastía con eslabones maravillosos en Wait y Sebastiano, dos de sus hijos por otro gigante, Southern Halo.
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