lunes, 11 de julio de 2022

Con el cuerpo sanado, Don Empeño volvió a La Plata y encontró todo como lo había dejado, para ganar el Clásico 9 de Julio

 

Andrés Bassombrio cuenta cómo el caballo de San Benito se recuperó de un desgarro que había sufrido en el GP Joaquín de Anchorena, en diciembre, y del regreso en el que consiguió su quinta victoria en seis actuaciones en el Bosque 



El abrazo de Manuela Bassombrio al peón, todo un reconocimiento (Gustavo Duprat)


 

El romance de Don Empeño (Exchange Rate) con el Bosque encontró un nuevo capítulo en el Clásico 9 de Julio-Día de la Independencia (G 3-1600 m), en el que se impuso por dos cuerpos y medio ante Storm Dynamico (Dynamix), a medio año de su última actuación. Seis salidas en el hipódromo de La Plata, cinco triunfos, incluido el del Clásico Joaquín V. González (G 2-1600 m), la Meca para los milleros allí.

Esta vez, el caballo criado y de propiedad de San Benito, corrió diferente que en las anteriores y quizá tuvo que ver que William Pereyra lo montó por primera vez. “Sí, en este clásico vino un poco más atrás, se le dio libertad a William pero que viniera por afuera, lo que se le hizo fácil por la largada –desde el partidor 5, entre 6- para ponerse de menor a mayor; en la recta se fue para adelante y dominó bien”. Quien describe el desarrollo y la modificación táctica es Andrés Bassombrio, dueño y criador del zaino. El trámite de la prueba había tenido buen ritmo, en un piso platense que es elogiado por su puesta a punto reciente.

La inactividad tan prolongada para Don Empeño vino después de su actuación en el Gran Premio Joaquín de Anchorena (G 1-1600 m), en el césped de San Isidro, en diciembre. Lo explica el veterinario Bassombrio –no ejerce, al menos oficialmente-, con un minucioso relato: “Le dimos un descanso en el haras obligados, porque en el Anchorena venía bárbaro, bien perfilado, pero en el codo, antes de entrar en la recta hizo un movimiento y la pata derecha se le fue para afuera; se hizo un desgarro impresionante, del que nos costó recuperarlo”. En el video de la carrera se aprecia el movimiento claramente.

“Lo llevamos al haras y nos insumió mucho tiempo recuperarlo, pero cuando estábamos haciendo un pre-training en el mismo campo se nos desgarró el pectoral. Incluso para esta carrera nos costó mucho ponerlo. La pasada fue un floreo en 1400 m, aunque Dany [Etchechoury, el entrenador,] sí le pidió más luego, en la partida final de 1000 m, lo fue llevando muy despacio”. [Dicho sea de paso, el cuidador venía de ganar 7 carreras, en una excepcional tarde de San Isidro, el sábado].

A los 6 años, Don Empeño debe ser el caballo que mejor le hace honor a un nombre. Una ligera epistaxis manifestada el año pasado hace que le deban suministrar suero, lo suficiente para que compita sin problemas. Nada, comparado con las lesiones musculares. “Estoy contento porque fue difícil ponerlo, siempre tenía algo, algún dolorcito. Los años pasan y a los viejitos les aparecen cosas –se ríe Andrés-; espero que quede bien con esta carrera y se vaya poniendo cada vez mejor. Así que estamos muy contentos”. El plural alude al equipo, los veterinarios Fernando Gándara, que trabaja desde el origen de San Benito en el haras, y Francisco Durreu, a cargo del training, y a la hija del cabañero, Manuela, infaltable en cada carrera donde está San Benito, y en el campo.

Y uno, quizá porque se pone un poco sensible ante caballos de semejantes agallas, quiere saber si Don Empeño podría ser padrillo en el futuro: “Nos encantaría. Lo que tenemos claro es que no va a ser padrillo en el haras, nunca vamos a tener un padrillo en nuestro haras, así sea un crack. Pero en el caso de él le daríamos alguna yegua para sacar un producto “líquido”, como dicen los que crían vacunos, o sea con un don y una doña de casa. Ojalá se pueda redondear esta segunda etapa con algo lindo y después lo trataríamos de ubicar en algún haras”, responde, muy seguro, Andrés Bassombrio. A su caballo le queda una temporada en la pista para responder a más retos.












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