lunes, 6 de junio de 2022

“El cuerpo se cansa pero yo sigo adelante”, asegura Edwin Talaverano, el jockey peruano con alma argentina

 

Después de guiar al triunfo con maestría a Raons, en el clásico Manuel Anasagasti, el limeño de 52 años recordó que lleva más de veinte desde que se radicó por primera vez aquí, cuando lo trajo La Pomme; luego lo contrató Firmamento y ahora Las Canarias; “me voy a retirar en cualquier momento acá", reflexionó, aunque no pone una fecha  

 

Talaverano, el sábado en San Isidro, donde ganó su primer Pellegrini en 1993 (G. Duprat)


 

 

Cuando Edwin Talaverano, con Raons (Lizard Island), se hizo de la punta apenas largaron el Clásico Manuel Anasagasti (L-1400 m), se vio que la tropa que lo seguía tan cerca no le iba a hacer fácil el camino al disco. Más bien se lo iba a complicar todo el tiempo. Se vio también con Jovis (Global Hunter) y Roman Runner (Star Runner), que por un momento se le pusieron a la par, hacia el final de la diagonal de San Isidro.

Rechazó esas amenazas el defensor de Las Canarias, pero faltaba la estocada del segundo en las apuestas y su compañero de techo, Alberto de Monaco (Hurricane Cat), que finalmente quedó corto por medio cuerpo en su atropellada por los palos. Todas esas circunstancias fueron manejadas con maestría por Talaverano. Dio gusto verlo trabajar con las riendas y la fusta, y vigilar lo que pasaba a derecha e izquierda, para que Raons ganara por segunda vez en su campaña y se mantuviera invicto.




“Nos está yendo bien, estamos con una potrillada nueva que va a ganar seguido”, arranca el peruano, que recordó que hace más de veinte años que se conoce con el cronista, de su primer triunfo en el Carlos Pellegrini con Laredo (Muscovite); de sus dos estancias anteriores, contratado por La Pomme y luego por Firmamento; de las Fustas de América.

Entonces sorprende: “Me voy a retirar en cualquier momento acá. El cuerpo se cansa pero yo sigo adelante por mi familia, los hijos. No pongo una fecha”. Esta vez el contrato es con Las Canarias –se deshace en elogios a las tres caballerizas que a lo largo de los años confiaron en él- y lo acompaña Facundo, uno de sus hijos. “Nació en el año de Asidero –ganador del Pellegrini de 1999- y está trabajando acá con Juan Udaondo, le varea los caballos con montura… Mis hijos han crecido, pesan 58/60 kilos; el padre es el único chiquito, que pesa 54/55”, detalla sonriendo para explicar por qué ellos no son jockeys. A los de 52 años, Edwin se mantiene en forma.

-¿Cómo hacés?

-Me cuido toda la semana. Un día o dos podés saltear, pero hay que cuidarse todos los días, sobre todo con las comidas. Hay que tomar poco líquido, pero mucha agua; si hay un asado se puede tomar un poquito de vino, pero eso te hincha y trato de evitarlo.

-¿Para qué está Raons?

-Es un potrillo que justamente me hace acordar a Asidero cuando empezó, solo que este es más liviano. Ojalá llegue a la distancia. No es loco, es manso y esta carrera se hizo a su medida, por eso decidí tomar la punta, llevarlo tranquilo, y así aguantó hasta el final.

-Le guardaste un resto.

-Esperé todo lo preciso, porque si salía antes me ganaba el de adentro –Alberto de Mónaco-; sabía qué tenía y le di suave de zurda y un poco de derecha, sobre todo para incentivarlo. Es un potrillo que sirve, como hay varios en Las Canarias para seguir ganando clásicos.

Criado en La Pasión, Raons había debutado hace veinte días en 1200 m, cuando Talaverano lo trajo más a la expectativa, y se puso cómodo al pasar al frente en la recta. Por lo que hizo el sábado, sus límites no están a la vista.










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